En un ambiente tenso y cargado de emociones, Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno español y líder de Sumar, se presentó en el Congreso de los Diputados para expresar su descontento con la gestión de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. Su comparecencia, marcada por la reciente pérdida de su padre, el histórico sindicalista Suso Díaz, fue un momento de gran carga emocional y política. La intervención de Díaz no solo fue un homenaje a su padre, sino también un llamado a la acción para transformar la legislatura y abordar la creciente preocupación por la corrupción en el país.
Díaz comenzó su discurso recordando a su padre y enfatizando la necesidad de un giro social en las políticas del Gobierno. «Hoy subo en nombre de mi padre, porque no querría ver a las derechas gobernar», afirmó, instando a Sánchez a avanzar en un enfoque más social y menos burocrático. La vicepresidenta criticó el «fragrante incumplimiento» de las medidas prometidas por el presidente, subrayando que «gobernar no es resistir». A pesar de su tono crítico, Díaz también reconoció la «honestidad» de Sánchez, lo que sugiere una disposición a seguir colaborando en el Gobierno, aunque con condiciones claras.
Uno de los puntos más destacados de su intervención fue la necesidad de un «reseteo» en la legislatura. Díaz reclamó que se cumplan los acuerdos de Gobierno y que se tomen medidas concretas para abordar la corrupción, un tema que ha generado una creciente angustia entre la ciudadanía progresista. «La corrupción no es un fenómeno atmosférico», ironizó, desafiando la narrativa del PSOE de que cualquier persona puede verse envuelta en estos escándalos. La vicepresidenta instó a Sánchez a cumplir con las 31 medidas que había prometido para regenerar la democracia, recordando que la inacción no es una opción viable.
La intervención de Díaz también incluyó un compromiso por parte de Sumar para avanzar en la aprobación de medidas que beneficien a las familias, como la ampliación del permiso por nacimiento a 20 semanas. A pesar de que estas propuestas no estaban acordadas con el PSOE, Díaz dejó claro que Sumar tiene la intención de marcar el rumbo de la legislatura. «El rumbo lo vamos a marcar nosotros», afirmó, dejando entrever que su partido está dispuesto a tomar la iniciativa en la agenda política.
En un momento de su discurso, Díaz se dirigió directamente a Sánchez, recordándole que la mayoría de las propuestas incluidas en el Plan Estatal de Lucha contra la Corrupción tienen la marca de Sumar. «Es un buen punto de partida», dijo, pero enfatizó que se necesita un compromiso real para avanzar en la lucha contra la corrupción. La vicepresidenta no dudó en pedir a Sánchez que apoyara su Proposición de Ley en el próximo cupo parlamentario, lo que podría ser un paso significativo hacia la implementación de medidas más efectivas en este ámbito.
La tensión en el Congreso se intensificó cuando Díaz dirigió sus críticas al Partido Popular y a su líder, Alberto Núñez Feijóo. En un tono combativo, la vicepresidenta acusó al PP de ser incapaz de hablar de regeneración democrática, lo que provocó protestas desde la bancada popular. Esta confrontación no solo refleja la polarización política en España, sino también la urgencia que siente Sumar por abordar los problemas de corrupción y la falta de acción del Gobierno.
Díaz concluyó su intervención con un mensaje claro: la necesidad de cuidar la coalición y de actuar con determinación. «Cuidar esta coalición no se hace con gestos, se cuida con el BOE», enfatizó, sugiriendo que las acciones concretas son más importantes que las palabras. La vicepresidenta dejó claro que Sumar está dispuesta a luchar por un cambio real en la política española, y que no se detendrán ante la inacción.
La comparecencia de Yolanda Díaz en el Congreso no solo fue un momento de reivindicación personal, sino también un reflejo de las tensiones políticas actuales en España. Su llamado a un giro social y a la lucha contra la corrupción resuena en un contexto donde la ciudadanía demanda respuestas efectivas a sus preocupaciones. La pregunta que queda en el aire es si el Gobierno de Sánchez podrá adaptarse a estas exigencias y si Sumar podrá mantener su influencia en la agenda política del país.