La reciente despedida del Papa Francisco ha marcado un hito en la historia de la Iglesia católica, siendo el funeral más imponente desde el de Juan Pablo II. La ceremonia, que tuvo lugar en la Ciudad del Vaticano, reunió a líderes mundiales, dignatarios y cientos de miles de peregrinos, todos unidos en un acto de homenaje a un pontífice que dejó una huella indeleble en la sociedad contemporánea. La mañana del 26 de abril de 2025, el sol brillaba sobre la Plaza de San Pedro, donde se desarrolló un evento que superó todas las expectativas.
La ceremonia fue presidida por el cardenal decano, Giovanni Battista Re, quien ha sido un amigo cercano de los últimos tres papas. Junto a él, el cardenal camarlengo, Kevin Farrell, había realizado el rito del cierre del ataúd, que fue una sencilla caja de madera. La llegada del ataúd fue recibida con aplausos y vítores, un reflejo del profundo respeto y cariño que la gente sentía por Francisco. Más de 100 delegaciones de diferentes países estaban presentes, incluyendo a 14 reyes y príncipes herederos, 53 jefes de Estado y 15 presidentes de Gobierno. La delegación española fue notable, con la presencia de los Reyes y otros altos funcionarios, aunque el presidente Pedro Sánchez no asistió.
### Un Encuentro de Líderes Globales
El funeral no solo fue un evento religioso, sino también un encuentro de poderosos líderes que, en ocasiones, no suelen coincidir. Entre los asistentes se encontraban figuras como Donald Trump y Volodímir Zelenski, así como Emmanuel Macron y el príncipe Guillermo. La diversidad de líderes presentes subraya la importancia del Papa Francisco en el ámbito internacional, donde su mensaje de paz y unidad resonó en un mundo a menudo dividido.
La ceremonia fue transmitida en vivo, permitiendo que miles de personas siguieran el evento desde sus hogares. Pantallas gigantes se instalaron en varios puntos de Roma, incluyendo la Vía de la Conciliación, lo que permitió que muchos más pudieran participar en este momento histórico. La atmósfera en la plaza era de solemnidad y respeto, con miles de fieles congregados para rendir homenaje a un hombre que dedicó su vida a la promoción de la paz y la justicia social.
Durante la homilía, el cardenal Re recordó la vida y el legado del Papa Francisco, enfatizando su compromiso con los más necesitados y su capacidad para conectar con la gente común. «Fue un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos», afirmó Re, resaltando la importancia de la inclusión y la compasión en la misión del pontífice. La homilía fue interrumpida en varias ocasiones por aplausos, un testimonio del impacto que Francisco tuvo en la vida de tantas personas.
### Seguridad y Preparativos sin Precedentes
La magnitud del evento requirió un despliegue de seguridad sin precedentes en Roma. Se estableció una «zona roja» en gran parte del área vaticana, con cortes de calles y prohibiciones de estacionamiento. El transporte público se detuvo temporalmente, y se movilizaron miles de trabajadores para facilitar la llegada de los peregrinos. La seguridad fue reforzada con la participación de más de 11,000 efectivos, incluyendo francotiradores en los tejados cercanos a la Basílica de San Pedro.
El espacio aéreo fue cerrado y se suspendieron las clases en la ciudad, lo que demuestra la seriedad con la que se tomó la seguridad del evento. La policía utilizó tecnología avanzada, incluyendo escáneres 3D, para controlar a los asistentes y garantizar que la ceremonia transcurriera sin incidentes. Este nivel de preparación refleja no solo la importancia del evento, sino también el respeto que se tiene por la figura del Papa Francisco, un líder que trascendió las fronteras religiosas y políticas.
La despedida del Papa Francisco no solo fue un evento religioso, sino un momento de reflexión para el mundo entero. Su legado, centrado en la paz, la inclusión y el amor hacia los demás, seguirá inspirando a generaciones futuras. La ceremonia fue un recordatorio de que, a pesar de las diferencias, la humanidad puede unirse en torno a valores comunes y en la búsqueda de un mundo mejor. La figura del Papa Francisco permanecerá en la memoria colectiva, no solo como un líder espiritual, sino como un símbolo de esperanza y cambio en tiempos difíciles.