El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, realizó una visita a Texas para atender a las víctimas de las devastadoras inundaciones que ocurrieron el 4 de julio, dejando un saldo trágico de al menos 118 muertos y 173 desaparecidos. Acompañado por su esposa Melania y el gobernador de Texas, Gregg Abbott, Trump se reunió con autoridades locales para evaluar la situación y prometió que no se escatimarían recursos en la asistencia a los damnificados.
La visita de Trump se produce en un contexto de críticas por la lentitud de la respuesta federal ante la crisis. A pesar de que el gobernador de Texas solicitó la declaración de estado de emergencia el día siguiente de las inundaciones, la aprobación de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) no llegó hasta el lunes, lo que retrasó la llegada de los equipos de rescate. Los primeros grupos federales no llegaron a la zona hasta cuatro días después del desastre, lo que generó un gran descontento entre los afectados y los voluntarios locales que se movilizaron para ayudar.
Trump, que anteriormente había cuestionado la eficacia de FEMA y había sugerido su abolición, se comprometió a brindar apoyo a Texas, un estado que representa una parte importante de su base electoral. En su discurso, enfatizó que «Texas es fuerte, pero también necesita nuestra ayuda. Y la va a tener». Sin embargo, el contraste entre sus palabras y las acciones de su administración ha sido objeto de debate, especialmente en un momento en que la agencia enfrenta restricciones presupuestarias y burocráticas.
Uno de los puntos críticos mencionados por funcionarios de FEMA es la limitación de gastos impuesta por la secretaria de Seguridad Doméstica, Kristi Noem, que requería su autorización personal para cualquier desembolso superior a cien mil dólares. Esta medida ha sido considerada como un obstáculo en situaciones de emergencia, donde la rapidez en la respuesta es crucial. Altos cargos de la agencia expresaron su frustración, señalando que «cualquier retraso cuesta vidas».
La tragedia del 4 de julio no solo afectó a la infraestructura y al medio ambiente, sino que también tuvo un impacto emocional profundo en las comunidades locales. Las víctimas eran en su mayoría familias que celebraban el Día de la Independencia, lo que ha añadido un matiz doloroso a la situación. Entre los testimonios de los afectados, se escucharon relatos desgarradores de personas que perdieron a sus seres queridos y sus hogares en cuestión de minutos.
Eric Stelle, un hombre de 32 años, compartió su experiencia al ver cómo la caravana de su hermana y su marido era arrastrada por las aguas. «Me rogaban desde la ventana que los salvara y no pude hacer nada», relató con lágrimas en los ojos. Por su parte, Lorena Guillén, propietaria de un camping, recordó los gritos aterrados de los huéspedes mientras las cabañas eran arrastradas por la corriente. «Me perseguirán siempre», confesó, reflejando el trauma que ha dejado la catástrofe.
La visita de Trump también estuvo marcada por la presencia de Melania, quien, según algunos testimonios, aportó un toque de humanidad y empatía en un momento tan crítico. Hannah Taylor, de la Iglesia Southern Oaks, comentó que «la gente aquí necesita un abrazo. Ella aporta una cara de amor y apoyo». Sin embargo, muchos se preguntan si estas visitas y promesas se traducirán en acciones concretas y efectivas para ayudar a los afectados.
A medida que la situación se desarrolla, la atención se centra no solo en la recuperación inmediata, sino también en las lecciones que se pueden aprender para mejorar la respuesta ante desastres en el futuro. La falta de alertas adecuadas por parte del Servicio Meteorológico Nacional, debilitado por recortes presupuestarios, ha sido otro punto de crítica, ya que no se logró prever la magnitud de las inundaciones.
La combinación de desastres naturales y la política de austeridad ha dejado a muchos en Texas sintiéndose abandonados en un momento de necesidad extrema. La comunidad local ha demostrado una gran resiliencia y solidaridad, pero la pregunta persiste: ¿será suficiente el apoyo federal para ayudar a los afectados a reconstruir sus vidas y sus comunidades?