Un reciente bombardeo llevado a cabo por el ejército de Estados Unidos en Yemen ha dejado un saldo devastador de al menos 68 muertos y numerosos heridos. El ataque se dirigió a un centro de detención de migrantes en la provincia de Saada, en el noroeste del país, donde se encontraban 115 detenidos, todos ellos provenientes de diversas naciones africanas, en su mayoría de Etiopía. Las autoridades hutíes, que controlan la región, han denunciado el ataque como un acto brutal y han advertido que el número de víctimas podría aumentar a medida que se continúan las labores de rescate.
Los equipos de emergencia han estado trabajando incansablemente para recuperar los cuerpos de las víctimas entre los escombros, mientras que otros 47 individuos han resultado heridos. La cadena de televisión yemení Al Mashirah ha sido una de las fuentes que ha reportado sobre la magnitud de la tragedia, describiendo el bombardeo como una masacre contra migrantes inocentes.
El portavoz de los hutíes, Mohamed Abdulsalam, ha calificado el ataque como un «crimen brutal» y ha criticado la falta de respuesta internacional ante lo que considera una violación de los derechos humanos. Abdulsalam ha enfatizado que la continuación de la agresión estadounidense no traerá ningún resultado positivo y ha instado a la comunidad internacional a condenar estos actos.
El Ministerio del Interior de Yemen, bajo control de los hutíes, también ha emitido un comunicado condenando el ataque, describiéndolo como un «crimen atroz» que ha causado decenas de muertes y heridos. Este centro de detención estaba bajo la supervisión de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Cruz Roja, aunque hasta el momento ambas organizaciones han guardado silencio sobre el ataque.
El bombardeo en Saada no es un incidente aislado. En las últimas semanas, el ejército estadounidense ha intensificado sus operaciones en Yemen, con más de 800 objetivos atacados desde que comenzó una ofensiva a gran escala contra los hutíes. Esta escalada de violencia ha resultado en la muerte de más de 1,300 yemeníes, según informes del Ministerio de Justicia de Yemen. En un ataque reciente en la capital, Saná, al menos ocho civiles, incluidos mujeres y niños, perdieron la vida.
El Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM) ha defendido sus acciones, afirmando que los ataques están dirigidos a combatir a los hutíes, a quienes acusan de amenazar la navegación en el mar Rojo y de llevar a cabo ataques contra Israel. Sin embargo, el Pentágono ha optado por no comentar específicamente sobre el bombardeo del centro de detención, argumentando que limitará la divulgación de detalles para preservar la seguridad operativa.
La situación en Yemen es crítica, con millones de personas enfrentando una crisis humanitaria sin precedentes. La guerra civil, que ha estado en curso desde 2015, ha dejado al país en ruinas, con un colapso económico y un sistema de salud devastado. Los migrantes, que arriesgan sus vidas cruzando el territorio yemení en busca de mejores oportunidades en Arabia Saudita, se encuentran atrapados en medio de este conflicto, convirtiéndose en víctimas de la violencia y la inestabilidad.
La comunidad internacional ha sido criticada por su inacción ante la crisis en Yemen. Las organizaciones de derechos humanos han instado a los gobiernos a tomar medidas efectivas para detener las violaciones de derechos humanos y a proporcionar asistencia humanitaria a los millones de yemeníes que sufren a causa de la guerra. A medida que la situación se deteriora, la necesidad de una solución pacífica y duradera se vuelve cada vez más urgente.