Las negociaciones entre Estados Unidos e Irán para recuperar el acuerdo nuclear han dado un paso significativo tras una reciente ronda de diálogo en Omán. Este encuentro, que se llevó a cabo el pasado domingo, fue descrito por el ministro de Exteriores iraní, Abbas Araghchi, como «complicado, pero útil». Durante tres horas, las partes discutieron diversos temas relacionados con el programa nuclear iraní, y se espera que pronto se anuncie la fecha de la próxima cumbre.
La mediación de Omán ha sido crucial en este proceso, que se desarrolla en un contexto de tensiones regionales, especialmente con la presión ejercida por Israel sobre el presidente estadounidense, Donald Trump, para que abandone la vía diplomática y opte por acciones más agresivas contra el régimen iraní. La interconexión de los conflictos en Oriente Medio se ha vuelto evidente, ya que antes de esta ronda de negociaciones, Araghchi visitó Qatar y Arabia Saudí, países que Trump planea incluir en su gira por la región esta semana.
La estrategia de Estados Unidos ha cambiado, optando por acuerdos bilaterales para resolver conflictos, como el que se mantiene con los hutíes de Yemen, que tienen vínculos con Irán. Esta táctica parece estar extendiéndose al diálogo nuclear y, según algunos informes, también a la crisis en Gaza. La prensa israelí ha señalado una creciente frialdad en la relación entre Trump y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, debido a la negativa de este último a detener la guerra en Gaza, lo que podría complicar los planes de Trump para establecer acuerdos con las potencias árabes.
En cuanto a las negociaciones, Araghchi ha afirmado que el cuarto encuentro con los estadounidenses fue más serio y explícito que los anteriores, indicando que se han debatido más a fondo los temas controvertidos y que las posturas han comenzado a acercarse. Sin embargo, la retórica de los funcionarios estadounidenses ha sido más maximalista, con el enviado de Trump, Steve Witkoff, insistiendo en que el objetivo es desmantelar completamente el programa nuclear iraní, en lugar de simplemente limitar el enriquecimiento de uranio, como se acordó en el pacto de 2015.
Esta postura ha sido rechazada por Irán, que insiste en que el enriquecimiento de uranio debe continuar sin concesiones, aunque están dispuestos a discutir las dimensiones y niveles de enriquecimiento para fomentar la confianza. Irán ha propuesto limitar el enriquecimiento a un nivel del 3,67%, suficiente para uso civil, pero no aceptará detener su programa nuclear por completo. La república islámica busca recuperar el acuerdo alcanzado con Barack Obama, que se centraba en la limitación del enriquecimiento y la supervisión estricta por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
La ruptura del acuerdo en 2018 por parte de Trump, quien lo calificó como «el peor acuerdo posible», ha llevado a una situación en la que las negociaciones actuales se basan en gran medida en los términos de ese pacto. La presión de Netanyahu y la situación en Gaza complican aún más el panorama, ya que cualquier avance en las negociaciones nucleares podría verse afectado por la dinámica política en la región.
A medida que las partes continúan dialogando, la comunidad internacional observa de cerca los desarrollos, esperando que se logre un acuerdo que pueda estabilizar la situación en Oriente Medio y reducir las tensiones nucleares. La próxima cumbre, que se anunciará pronto, será un momento crucial para determinar el futuro de las relaciones entre Estados Unidos e Irán y el destino del programa nuclear iraní.