En un giro sorprendente de los acontecimientos, se ha revelado que Rusia utilizó paquetes de mensajería de DHL para distribuir artefactos explosivos camuflados como juguetes sexuales y otros productos inofensivos. Esta operación, que se remonta a julio de 2024, ha sido objeto de un exhaustivo análisis por parte de diversas agencias de inteligencia y ha puesto de manifiesto las tácticas de guerra híbrida empleadas por el Kremlin para desestabilizar Europa.
Los incidentes comenzaron cuando varios paquetes, que supuestamente contenían artículos como cosméticos y almohadas de masaje, detonaron en almacenes de DHL en ciudades europeas como Birmingham, Leipzig y Varsovia. El primer estallido en Birmingham provocó un incendio significativo, mientras que un cuarto paquete en Varsovia no llegó a detonar, lo que permitió a los investigadores rastrear el origen de la operación.
Los artefactos explosivos estaban diseñados para parecer inofensivos, ocultando en su interior un gel inflamable y un detonador con temporizador de fabricación china. Este ingenioso camuflaje tenía como objetivo no solo causar daños materiales, sino también evaluar las vulnerabilidades en la cadena logística de Occidente, en un contexto de creciente tensión geopolítica debido al conflicto en Ucrania.
La investigación reveló que la operación estaba supuestamente coordinada por el GRU, el servicio de inteligencia militar ruso. A través de una red de intermediarios, los operativos lograron sortear las sanciones internacionales y las restricciones de viaje impuestas a Rusia. Uno de los arrestados, Aleksandr Bezrukavyi, fue detenido en Bosnia tras ser seguido por los servicios de inteligencia polacos. Su captura fue considerada un golpe significativo para la red de sabotaje rusa en Europa.
Bezrukavyi, quien había llegado a Bosnia tras una travesía de tres días desde Croacia, fue extraditado a Polonia. Durante su detención, afirmó haber sido engañado y utilizado como un mensajero involuntario, sin conocer el verdadero propósito de los paquetes que entregaba. Este testimonio pone de relieve la manipulación que sufren algunos operativos, quienes son reclutados bajo falsas premisas.
La operación no solo se limitó a la entrega de paquetes explosivos. Se plantearon escenarios aún más ambiciosos, como la posibilidad de hacer estallar un avión en pleno vuelo. Los agentes del GRU utilizaban plataformas de mensajería como Telegram para coordinar sus actividades y pagaban a los intermediarios con criptomonedas, lo que complicaba aún más el rastreo de sus movimientos.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fue informado de la situación y, según fuentes de inteligencia, se realizaron contactos con funcionarios rusos para instar a Vladimir Putin a poner fin a la operación. Esta intervención diplomática subraya la gravedad de la amenaza y la preocupación de Occidente ante las tácticas de desestabilización empleadas por Rusia.
La revelación de esta operación ha suscitado un debate sobre la seguridad de las cadenas de suministro y la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas en Europa. La utilización de métodos tan insidiosos como el camuflaje de explosivos en paquetes de mensajería plantea interrogantes sobre la efectividad de las medidas de seguridad actuales y la necesidad de una mayor cooperación internacional en la lucha contra el terrorismo y el sabotaje.
A medida que se desentrañan los detalles de esta operación, queda claro que la guerra híbrida de Rusia no se limita a acciones militares convencionales, sino que se extiende a tácticas de desinformación y sabotaje que buscan socavar la estabilidad de las democracias occidentales. La comunidad internacional deberá permanecer alerta y reforzar sus medidas de seguridad para contrarrestar estas amenazas emergentes.