La ciudad de Roma se convirtió en un mar de fieles y admiradores que se unieron para rendir homenaje al Papa Francisco en su último viaje. Este evento histórico no solo marcó el final de una era, sino que también reflejó el profundo impacto que el pontífice argentino tuvo en la vida de millones de personas alrededor del mundo. El traslado del féretro del Papa fue un momento cargado de simbolismo y emoción, que atrajo a miles de personas a las calles de la capital italiana.
El recorrido del cortejo fúnebre comenzó en el Vaticano, donde el ataúd fue colocado en un papamóvil, un vehículo que había sido testigo de innumerables encuentros con los fieles durante su papado. A las 12:30 hora local, el papamóvil salió por la Puerta del Perugino, marcando el inicio de un trayecto de seis kilómetros que lo llevaría a la basílica de Santa María La Mayor, su lugar de descanso final. A lo largo del camino, la multitud se agolpaba en las aceras, vitoreando su nombre y capturando cada instante con sus teléfonos móviles, creando una atmósfera de reverencia y celebración.
### Un recorrido simbólico por la historia de Roma
El cortejo fúnebre no solo fue un viaje hacia la tumba del Papa, sino también un recorrido por la rica historia de Roma. El papamóvil cruzó puentes monumentales y avenidas emblemáticas, como la avenida Vittorio Emanuele, hasta llegar a la plaza de Largo Argentina, un lugar de gran significado histórico donde fue asesinado Julio César. Este trayecto estuvo lleno de momentos significativos, como el paso por la iglesia del Gesù, un sitio de gran relevancia para el primer Papa jesuita de la historia.
A medida que el papamóvil avanzaba, la multitud crecía. Según la Santa Sede, se estima que alrededor de 150,000 personas se unieron al homenaje, creando un ambiente de unidad y respeto. La Plaza de Venecia, a pesar de las obras de construcción de la futura línea 3 del metro, se llenó de fieles que se agolpaban junto a las verjas del Altar de la Patria, observando cómo el Papa Francisco se dirigía hacia su destino final.
Uno de los momentos más emotivos del recorrido fue el paso por los Foros Imperiales, donde el papamóvil se detuvo brevemente para permitir que la multitud se despidiera del pontífice. Este lugar, lleno de historia y simbolismo, fue testigo de la despedida de un líder espiritual que dedicó su vida a promover la paz y la justicia social. La imagen del papamóvil rodeado por los antiguos vestigios de Roma se convirtió en un símbolo de la conexión entre el pasado y el presente, entre la historia de la Iglesia y la vida contemporánea.
### La llegada a la basílica de Santa María La Mayor
Finalmente, el papamóvil llegó a la basílica de Santa María La Mayor, donde el Papa Francisco sería sepultado. Este templo no solo es un lugar de culto, sino también un espacio donde el pontífice había encontrado consuelo y fortaleza a lo largo de su vida. En la entrada del templo, un grupo de personas pobres e inmigrantes recibió el féretro, un gesto que simboliza el compromiso del Papa con los más necesitados y su dedicación a los marginados de la sociedad.
El ataúd fue llevado en hombros por los sediarios pontificios, mientras una procesión de monjes, obispos y cardenales lo seguía, acompañada de cánticos y coros solemnes. Este momento fue un recordatorio del profundo respeto y amor que el Papa Francisco había cultivado a lo largo de su ministerio. Antes de ser colocado en su sepulcro, el féretro fue llevado a la Capilla Paolina, donde se detuvo brevemente ante la imagen de la Virgen ‘Salus Populi Romani’, un ícono que había sido de gran importancia para él.
La sepultura del Papa Francisco se llevará a cabo a puerta cerrada, pero el templo abrirá sus puertas a los fieles al día siguiente, permitiendo que aquellos que deseen rendir homenaje puedan hacerlo. La muerte del Papa Francisco, a los 88 años, marca el fin de un capítulo significativo en la historia de la Iglesia Católica, pero su legado perdurará en los corazones de quienes lo conocieron y lo amaron. Su funeral, celebrado en la plaza de San Pedro del Vaticano, reunió a aproximadamente 250,000 personas y delegaciones de 140 países, reflejando la influencia global que tuvo durante su papado.