El conflicto entre Israel e Irán ha alcanzado un nuevo nivel de intensidad, con recientes ataques que han resultado en la muerte de tres altos mandos de la Guardia Revolucionaria iraní. Este desarrollo se produce en el noveno día de enfrentamientos, marcando un punto crítico en la escalada de hostilidades entre ambos países.
En un ataque aéreo, el ejército israelí confirmó la eliminación de Said Izadi, quien era responsable de la coordinación con Hamás, así como de Aminpour Joudaki y Behnam Shahriyari, ambos vinculados a la Fuerza Quds. La muerte de estos comandantes representa un golpe significativo para la estructura de mando militar iraní, que ha sido objeto de un enfoque militar intensificado por parte de Israel.
Además de las bajas en la cúpula militar, se reportaron otros cuatro combatientes muertos en un bombardeo israelí en un centro de entrenamiento en Tabriz, en el noroeste de Irán. Las cifras de víctimas han sido objeto de debate, con la ONG Human Rights Activists News Agency (HRANA) estimando más de 600 muertos en Irán, mientras que el régimen iraní reduce esta cifra a 224.
En respuesta a estos ataques, Irán ha intensificado sus operaciones, logrando que un dron impactara en un edificio residencial en el valle de Beit Shean, en Israel. Aunque no se reportaron víctimas, este incidente marca la primera vez que un dron iraní alcanza un objetivo civil en territorio israelí desde el inicio del conflicto. La Guardia Revolucionaria ha declarado que ha llevado a cabo «operaciones combinadas» utilizando múltiples escuadrillas de drones, apuntando a diversas instalaciones en Israel, incluyendo áreas cercanas al aeropuerto internacional Ben Gurión.
El gobierno israelí, liderado por Benjamín Netanyahu, ha declarado que la campaña militar contra Irán será prolongada, con el objetivo de retrasar el desarrollo de armas nucleares por parte de Teherán. Netanyahu afirmó que los ataques han logrado posponer el avance de Irán hacia la obtención de una bomba atómica por al menos dos o tres años. Esta declaración subraya la determinación de Israel de desmantelar las capacidades militares y nucleares de Irán, a pesar de las posibles repercusiones en la región.
Por su parte, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ha tomado una decisión definitiva sobre la posibilidad de involucrarse en el conflicto, aunque ha establecido un plazo de dos semanas para que Irán se siente a negociar. Este contexto añade una capa de incertidumbre a la situación, ya que la comunidad internacional observa de cerca los movimientos de ambos países.
La escalada de violencia ha generado preocupaciones sobre el impacto en la población civil. En Qom, una ciudad chií al sur de Teherán, se reportó la muerte de un adolescente debido a los bombardeos israelíes. La situación humanitaria en Irán se deteriora, con miles de heridos y un número creciente de víctimas mortales, lo que plantea interrogantes sobre la estabilidad del régimen y la posibilidad de un levantamiento popular.
El conflicto no solo se limita a las acciones militares, sino que también se refleja en la retórica política. Las declaraciones de ambos lados han sido cada vez más beligerantes, lo que sugiere que la posibilidad de una resolución pacífica es cada vez más remota. La comunidad internacional se enfrenta al desafío de mediar en una situación que podría desestabilizar aún más la región.
A medida que el conflicto avanza, es evidente que las dinámicas de poder en Oriente Medio están cambiando. La muerte de líderes militares clave en Irán podría tener repercusiones a largo plazo en la estrategia de defensa de Teherán y su capacidad para responder a futuras agresiones. La situación sigue siendo volátil, y los próximos días serán cruciales para determinar la dirección que tomará este conflicto.