La situación entre Irán e Israel ha alcanzado un nuevo nivel de tensión y violencia, con un intercambio de ataques que ha dejado un saldo trágico de al menos diez civiles israelíes muertos y cientos de heridos. Este domingo, ambos países se despertaron tras una noche de bombardeos y ataques aéreos que han sido calificados como uno de los episodios más brutales en la historia de su conflicto. La aviación israelí ha llevado a cabo ataques aéreos en Teherán, apuntando a depósitos de combustible y gas, mientras que Irán ha respondido con una lluvia de cohetes que han logrado penetrar las defensas de la famosa ‘cúpula de hierro’ israelí.
La escalada de violencia se ha intensificado en las últimas horas, con la aviación israelí lanzando ataques aéreos en la capital iraní, dejando un denso humo negro en el cielo y causando daños significativos en infraestructuras clave. Los informes indican que los misiles iraníes han alcanzado varias ciudades israelíes, incluyendo Bat Yam, donde un misil impactó en un bloque de apartamentos, resultando en la muerte de seis civiles, incluidos dos niños.
Las fuerzas armadas israelíes han activado sus sistemas antiaéreos en respuesta a los nuevos lanzamientos de misiles desde Irán, mientras que los cazas israelíes se preparan para realizar más ataques en territorio enemigo. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha declarado que cualquier instalación vinculada al régimen de los ayatolás será un objetivo legítimo, enfatizando que la misión de los cazas es eliminar la amenaza que representa Irán, tanto en términos de su programa nuclear como de su capacidad de misiles balísticos.
En medio de esta escalada, el ejército israelí ha emitido una alerta de evacuación para los civiles iraníes que residen cerca de instalaciones militares, lo que indica que la guerra podría prolongarse. Aunque el gobierno israelí asegura que sus objetivos son exclusivamente militares, también se busca generar inestabilidad en el régimen iraní. La población ha sido instada a buscar refugio y permanecer allí hasta nuevo aviso, mientras el número de víctimas en Israel sigue aumentando, con decenas de heridos y varios desaparecidos bajo los escombros.
Irán, por su parte, ha confirmado que ha lanzado decenas de cohetes desde varias bases, en lo que han denominado ‘operación Promesa Verdadera III’. Las ciudades israelíes de Rehovot, Haifa y Ramat Gan han sido blanco de estos ataques, que han dejado a la población civil en un estado de pánico y desesperación. Los hospitales están atendiendo a numerosos heridos, muchos de ellos con fracturas y crisis de ansiedad, mientras que el miedo se apodera de las calles.
La respuesta militar israelí ha sido contundente, con bombardeos que han alcanzado no solo instalaciones militares, sino también depósitos de combustible en Teherán, lo que ha generado un impacto significativo en el sistema energético iraní. La población iraní ha comenzado a sentir las consecuencias de estos ataques, con la sensación de que el Estado hebreo no solo busca desmantelar su capacidad militar, sino también privarles de recursos esenciales para su vida cotidiana.
En este contexto de creciente violencia, se han iniciado esfuerzos diplomáticos para mediar en el conflicto. Chipre y Arabia Saudita han ofrecido sus servicios como mediadores, buscando restablecer un alto el fuego y abrir un canal de diálogo entre Teherán y Washington. Sin embargo, el gobierno israelí parece estar preparado para una escalada aún mayor, anticipando que Irán podría rechazar cualquier intento de negociación.
La situación sigue siendo volátil y el futuro inmediato es incierto. Mientras tanto, la población civil de ambos países vive en un estado de constante temor y angustia, con la guerra manifestándose de manera brutal y directa en sus vidas diarias. Los ataques y contraataques continúan, y la comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de este conflicto que amenaza con desestabilizar aún más la región.