La reciente escalada bélica entre India y Pakistán ha dejado un saldo trágico de 38 muertos, con 26 víctimas en el lado indio y 12 en el paquistaní. Este conflicto se ha intensificado tras un ataque terrorista en Cachemira, que dejó 26 muertos, principalmente turistas, lo que llevó a India a responder con un ataque aéreo que ha sido calificado como una operación militar contra objetivos terroristas en territorio paquistaní.
La situación comenzó a deteriorarse cuando el gobierno indio, liderado por el primer ministro Narendra Modi, acusó a Pakistán de ser cómplice de los ataques terroristas en su territorio. En respuesta, el ejército indio realizó bombardeos en la noche del martes, atacando nueve objetivos en Pakistán, lo que resultó en la muerte de 26 personas y 46 heridos. Este ataque fue justificado por el gobierno indio como una medida necesaria para combatir el terrorismo, aunque Islamabad ha rechazado estas acusaciones, afirmando que no tiene relación con los ataques.
La respuesta de Pakistán no se hizo esperar. El ejército paquistaní lanzó un contraataque que dejó 12 muertos y 38 heridos en la localidad de Poonch, en la parte controlada por India de Cachemira. El portavoz de las Fuerzas Armadas paquistaníes describió el ataque indio como un «acto cobarde» dirigido a civiles, y el Ministerio de Exteriores de Pakistán lo calificó de «flagrante violación de la soberanía» del país.
Ambos países han estado en conflicto desde su independencia del Imperio Británico en 1947, y han librado varias guerras, siendo la última en 1999. La tensión actual ha llevado a un aumento de la actividad militar en la región, con informes no verificados que sugieren que Pakistán podría haber derribado cazas indios en el transcurso de las hostilidades.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la escalada de violencia. Estados Unidos y China han instado a ambas naciones a la moderación y a evitar una confrontación militar. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, hizo un llamado a las partes para que busquen una solución pacífica, mientras que el portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, advirtió que el mundo no puede permitirse una nueva guerra entre potencias nucleares.
La situación se complica aún más por el contexto geopolítico en el que se desarrolla. Pakistán cuenta con el apoyo de China, mientras que India se alinea más con Occidente. A pesar de que India tiene una fuerza militar superior, ambas naciones poseen arsenales nucleares similares, lo que añade un nivel de riesgo significativo a cualquier escalada del conflicto.
Los líderes mundiales han comenzado a ofrecer mediación. El secretario británico de Comercio, Jonathan Reynolds, ha propuesto la intervención del Reino Unido para facilitar un diálogo entre India y Pakistán, mientras que el ministro de Exteriores de Francia ha instado a la contención y a la protección de los civiles en la región. Rusia, que enfrenta sus propios desafíos en Ucrania, también ha llamado a la moderación para evitar un mayor deterioro de la situación.
La escalada de violencia ha llevado a un aumento de la tensión en la región, y se teme que las hostilidades continúen en los próximos días. La posibilidad de que India corte el suministro de agua a Pakistán, una medida que ya había sido amenazada tras los atentados del mes pasado, podría agravar aún más la situación. Ambas naciones han comenzado a expulsar a ciudadanos del otro país, lo que indica que la desescalada no es inminente.
La comunidad internacional observa con preocupación cómo se desarrolla este conflicto, que no solo afecta a los países involucrados, sino que también tiene implicaciones globales debido a la naturaleza nuclear de ambas naciones. La esperanza es que se logre una solución pacífica antes de que la situación se convierta en una crisis humanitaria mayor.