En los últimos años, el consumo de vino en España ha experimentado una notable transformación. Cada vez son menos los consumidores que se decantan por esta bebida, y la tendencia es clara: el vino se está convirtiendo en un producto de lujo, reservado para un público selecto. Santiago Rivas, un divulgador enológico y crítico, ha abordado este fenómeno en su reciente libro, «Vinos gentrificados. Por qué ya no vas a poder pagar esas botellas que tanto te gustaban». En este artículo, exploraremos las ideas centrales de Rivas y cómo la gentrificación ha impactado en el mundo del vino.
La disminución del consumo de vino
El panorama del vino en España ha cambiado drásticamente. Según Rivas, el consumo anual de vino ha caído por debajo de los 20 litros per cápita, y esto se debe a un cambio en los hábitos de consumo. «Hay menos consumidores de vino porque cada vez hay menos consumidores de alcohol», afirma el autor. Este cambio no solo afecta a la cantidad de vino que se consume, sino también a la calidad del mismo. La nueva generación de bebedores, a la que Rivas se refiere como «iniciados», busca calidad sobre cantidad. Estos consumidores están más interesados en vinos que cuenten con un trasfondo cultural y social, y están dispuestos a pagar más por ellos.
Rivas señala que, aunque el consumo de vino en general está disminuyendo, el interés por los vinos de calidad está en aumento. La gentrificación del vino se manifiesta en la escalada de precios de ciertas botellas, lo que ha llevado a que muchos consumidores se vean excluidos del mercado. «Sobra vino, punto», dice Rivas, refiriéndose a un sector que históricamente ha estado centrado en el volumen y que ahora enfrenta un futuro incierto. La gentrificación no solo afecta a los precios, sino también a la accesibilidad de ciertos vinos, lo que plantea un desafío para los nuevos sumilleres y amantes del vino.
La gentrificación del vino
La gentrificación, un fenómeno que ha transformado barrios enteros, también ha encontrado su camino en el mundo del vino. Rivas argumenta que este proceso no beneficia a los productores, ya que los intermediarios son quienes se enriquecen a costa de los bodegueros. «Es el peor de los capitalismos», dice, aludiendo a cómo los precios inflacionarios no generan una cadena de valor que beneficie a todos los involucrados. Esto ha llevado a que muchos vinos de referencia se vuelvan inaccesibles para quienes están en formación, como los estudiantes de sumillería.
El autor menciona ejemplos concretos de vinos que han visto sus precios multiplicarse en los últimos años. «Un Château de Fonsalette en 2012 costaba 60 euros, y ahora es muy difícil de conseguir por menos de 300 euros», explica. Esta situación plantea un dilema: ¿cómo pueden los nuevos sumilleres y aficionados al vino aprender y apreciar los grandes clásicos si no tienen acceso a ellos?
Rivas también toca el tema de la ideología en el consumo de vino. A diferencia de lo que se podría pensar, el sector del vino no es monolítico en términos políticos. «Habría que ver si el sector de vino es de derechas», reflexiona. Aunque algunos vinos pueden asociarse a ideologías específicas, el autor sugiere que hay una diversidad de opiniones y enfoques dentro del mundo del vino. Esto se traduce en una variedad de estilos y precios que pueden atraer a diferentes tipos de consumidores.
Beber bien y beber mal
La pregunta que surge es: ¿cómo se convierte uno en un «winelover»? Rivas sugiere que el supermercado puede ser un buen punto de partida, aunque tiene una reputación mixta. «El concepto vino de supermercado es demasiado genérico», argumenta. Hay grandes superficies que ofrecen buenas referencias, así como opciones más accesibles. La clave está en explorar y aprender a través de la experiencia.
El autor enfatiza que, al principio, beber bien o mal puede costar lo mismo. Hay bodegas que ofrecen vinos mediocres a precios elevados, mientras que otros vinos de calidad pueden encontrarse a precios razonables. La recomendación de Rivas es investigar y leer sobre los vinos, lo que puede ayudar a los consumidores a tomar decisiones informadas y a evitar gastar dinero en botellas que no les gusten.
En resumen, el mundo del vino está en un momento de transformación, marcado por la gentrificación y un cambio en los hábitos de consumo. Santiago Rivas, con su enfoque crítico y humorístico, nos invita a reflexionar sobre lo que significa beber vino en la actualidad y cómo podemos adaptarnos a estos cambios. La búsqueda de calidad sobre cantidad parece ser la nueva norma, y aquellos que deseen adentrarse en este mundo deben estar preparados para navegar por un paisaje en constante evolución.