A medida que se cumplen ochenta años del suicidio de Adolf Hitler en su búnker de Berlín, el lugar que una vez fue el refugio del dictador se ha transformado en un aparcamiento. Este cambio de uso ha llevado a que muchos turistas busquen en vano el sitio donde Hitler pasó sus últimos días, ya que no queda rastro visible de su antigua existencia. La demolición del búnker ocurrió en varias etapas: primero en 1947 por ingenieros soviéticos, luego en 1959 y finalmente en 1988, durante la era de la Alemania comunista. Hoy, en su lugar, se extiende un aparcamiento al aire libre, con un cartel que recuerda su oscuro pasado.
El cartel, colocado en 2006 por la Oficina Regional de Patrimonio Cultural en colaboración con la asociación Berliner Unterwelten, informa a los visitantes sobre la historia del lugar. Este esfuerzo por desmitificar el espacio surge de la preocupación de las autoridades por posibles homenajes neonazis. Durante años, se evitó que se identificara el lugar, temiendo que se convirtiera en un punto de encuentro para extremistas. Sin embargo, los responsables de Berliner Unterwelten argumentaron que era necesario dar a conocer la historia real de este rincón de Berlín.
La calle donde se encuentra el aparcamiento lleva el nombre de Gertrud Kolmar, una poetisa alemana de origen judío que fue asesinada en Auschwitz en 1943. Para llegar a este lugar desde la emblemática Puerta de Brandemburgo, los visitantes deben atravesar o rodear el Monumento al Holocausto, lo que añade una capa de reflexión sobre la historia que rodea a este espacio.
El búnker de Hitler, a menudo exagerado en su tamaño y lujosidad, no era más que un refugio antiaéreo modesto. A 8,5 metros de profundidad, se convirtió en el centro de operaciones del dictador entre finales de febrero y principios de marzo de 1945. En este lugar, Hitler dio sus últimas órdenes, celebró su cumpleaños y se casó con Eva Braun pocas horas antes de su suicidio. La historia del búnker ha sido objeto de fascinación y especulación, incluso después de la muerte de Hitler, con teorías de conspiración que sugieren que el dictador y su pareja sobrevivieron y escaparon de Berlín.
Wieland Giebel, comisario de Berlin Story Bunker, que alberga una exposición sobre el ascenso al poder de los nazis y la Segunda Guerra Mundial, se pregunta por qué la extrema derecha querría rendir homenaje en un lugar donde Hitler se suicidó y se rindió. En su exposición, se pueden encontrar maquetas del búnker y una reconstrucción del despacho de Hitler, lo que ofrece una visión más completa de la vida en este espacio.
A pesar de la transformación del búnker en un aparcamiento, el interés por la historia de Hitler y su refugio sigue vivo. Muchos visitantes se acercan al lugar, atraídos por la curiosidad y el deseo de comprender mejor los eventos que llevaron a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Giebel señala que un pequeño porcentaje de estos visitantes se siente atraído por teorías conspirativas, que son alimentadas por internet y las redes sociales. Estas creencias, aunque marginales, reflejan la persistencia de la fascinación por figuras históricas controvertidas.
La historia del búnker de Hitler es un recordatorio de cómo los espacios pueden transformarse con el tiempo, y cómo la memoria histórica puede ser tanto un lugar de reflexión como de controversia. La decisión de convertir el búnker en un aparcamiento, en lugar de un sitio de conmemoración, plantea preguntas sobre cómo se debe recordar el pasado y qué lecciones se pueden aprender de él. A medida que los turistas continúan visitando el lugar, el cartel que informa sobre su historia se convierte en un símbolo de la lucha por desmitificar el legado de uno de los dictadores más infames de la historia.