El 1 de octubre de 2017 marcó un hito en la historia reciente de Cataluña, un día en el que se llevó a cabo un referéndum de independencia que, aunque declarado ilegal por el gobierno español, se convirtió en un símbolo de la lucha por la autodeterminación. Ocho años después, el panorama político catalán ha cambiado drásticamente, y las celebraciones de este aniversario revelan las divisiones y tensiones que aún persisten entre los partidos independentistas.
La reciente conmemoración del 1-O fue testigo de una notable fragmentación entre las principales fuerzas secesionistas. Junts, el partido liderado por Carles Puigdemont, organizó un acto en Girona, mientras que ERC, bajo la dirección de Oriol Junqueras, optó por una celebración en Barcelona. Esta falta de unidad es un reflejo de las tensiones internas que han surgido desde el referéndum, donde las diferencias estratégicas y tácticas han llevado a una competencia abierta entre las dos formaciones.
### La Reivindicación del 1-O y el Futuro del Independentismo
Carles Puigdemont, quien ha estado en el exilio desde 2017, utilizó la ocasión para reafirmar su visión del 1-O como un éxito, a pesar de que Cataluña sigue siendo parte del Estado español. En su discurso, instó a sus seguidores a tener paciencia y a prepararse para un camino largo hacia la independencia. Esta llamada a la unidad y la perseverancia resuena con aquellos que aún creen en la posibilidad de un futuro independentista, pero también plantea interrogantes sobre la viabilidad de esta estrategia en un contexto político que ha cambiado significativamente.
La situación actual del independentismo catalán es compleja. Junts, que no existía en 2017, ha pasado de ser un actor clave en la política catalana a un partido que apoya la gobernabilidad del PSOE en el Congreso. Esta evolución ha generado críticas y desconfianza entre sus bases, que ven con recelo cualquier acercamiento a un partido que consideran responsable de la represión del movimiento independentista. La presión sobre Puigdemont es palpable, ya que su partido enfrenta desafíos internos y externos, incluyendo la amenaza de la extrema derecha y la necesidad de mantener su relevancia en un panorama político cambiante.
Por otro lado, Oriol Junqueras, líder de ERC, ha oficializado su intención de postularse para la presidencia de la Generalitat en las elecciones de 2028. Sin embargo, su situación legal, marcada por la inhabilitación, plantea dudas sobre su capacidad para liderar un nuevo proceso hacia la independencia. Junqueras ha abogado por un nuevo acuerdo nacional que permita avanzar en la agenda independentista, pero su enfoque parece más conciliador, buscando pactos sociales que frenen el avance de la extrema derecha en lugar de una confrontación directa con el Estado español.
### La Ley de Amnistía y sus Implicaciones
Uno de los temas centrales en la discusión sobre el futuro del independentismo es la ley de amnistía, aprobada en mayo de 2024. Esta norma fue vista como un posible punto de inflexión en el conflicto catalán, pero hasta ahora no ha tenido el impacto esperado. Los líderes del ‘procés’ aún no han podido beneficiarse de ella, y el regreso de Puigdemont sigue siendo una promesa no cumplida. La incertidumbre sobre su retorno ha alimentado la frustración entre sus seguidores, quienes esperaban que la ley facilitara su regreso a Cataluña y la reactivación del movimiento independentista.
La falta de resultados tangibles ha llevado a algunos a cuestionar la efectividad de la estrategia actual. La presión sobre el gobierno central por parte de Junts y ERC ha sido constante, pero los resultados han sido escasos. La relación entre Junts y el PSOE se encuentra en un estado de prórroga, con amenazas de ruptura que nunca se concretan. Esta situación ha generado un ambiente de desconfianza y descontento entre los votantes independentistas, que ven cómo sus líderes parecen más preocupados por mantener el poder que por avanzar en la causa independentista.
A medida que se acercan las elecciones de 2028, el desafío para los partidos independentistas será encontrar un camino que les permita unir fuerzas y presentar una alternativa viable a la ciudadanía. La fragmentación actual podría resultar en una pérdida de escaños y, con ello, una disminución de su capacidad de influencia en el gobierno catalán y español. La necesidad de una estrategia cohesiva y efectiva es más urgente que nunca, y los líderes independentistas deberán trabajar para superar sus diferencias y encontrar un terreno común.
El legado del 1-O sigue siendo un tema de debate y reflexión en Cataluña. Para muchos, representa un momento de esperanza y resistencia, mientras que para otros es un recordatorio de las divisiones y desafíos que enfrenta el movimiento independentista. A medida que se acerca el aniversario del referéndum, la pregunta que persiste es: ¿cómo pueden los partidos independentistas superar sus diferencias y avanzar hacia un objetivo común en un contexto político tan cambiante y desafiante? La respuesta a esta pregunta será crucial para el futuro del independentismo en Cataluña y su capacidad para movilizar a la ciudadanía en torno a una causa que, a pesar de las dificultades, sigue siendo un tema de gran relevancia en la política española.