Ian Paterson, un cirujano británico especializado en cáncer de mama, se convirtió en el centro de un escándalo médico que ha dejado a miles de pacientes traumatizados. Entre 1997 y 2011, Paterson realizó procedimientos quirúrgicos innecesarios, inflando diagnósticos y exagerando los riesgos de la enfermedad para justificar mastectomías que no eran requeridas. Su caso ha sido descrito como una de las mayores traiciones a la confianza en el ámbito médico, donde la ética y la responsabilidad son fundamentales.
Durante su carrera, se estima que Paterson trató a aproximadamente 4,200 pacientes, tanto en el sistema público de salud del Reino Unido como en clínicas privadas. Las mujeres que acudían a su consulta, muchas de ellas alarmadas por la aparición de bultos en sus senos, se encontraban con un médico que, en lugar de ofrecerles un diagnóstico preciso, optaba por realizar mastectomías completas. Este enfoque no solo era injustificado, sino que también tenía consecuencias devastadoras para la salud física y mental de sus pacientes.
En 2017, Paterson fue condenado a 15 años de prisión por 17 cargos de lesiones intencionadas y tres de lesiones ilegales. Sin embargo, su sentencia fue aumentada a 20 años tras una apelación. A pesar de la gravedad de sus crímenes, existe la posibilidad de que Paterson sea liberado en 2027, tras cumplir solo diez años de su condena, gracias a su buena conducta en prisión. Esta perspectiva ha generado indignación entre las víctimas y sus familias, quienes sienten que la justicia no ha sido completamente servida.
Las víctimas de Paterson han compartido sus desgarradoras historias. Frances Perks, una de las pacientes afectadas, expresó su profundo odio hacia el cirujano, afirmando que sufrió nueve operaciones innecesarias que le causaron un sufrimiento físico y emocional significativo. La mala praxis de Paterson no solo afectó la salud de sus pacientes, sino que también arruinó sus vidas personales y profesionales. Muchas de ellas perdieron sus trabajos y enfrentaron problemas de salud mental debido al trauma de haber sido sometidas a procedimientos quirúrgicos que no necesitaban.
El caso de Ian Paterson no es un incidente aislado. Revela una serie de fallos en el sistema de salud que permitieron que un médico con un historial de mala praxis continuara operando durante años. A pesar de las quejas y las advertencias de otros profesionales de la salud, Paterson logró eludir la supervisión adecuada. Esto ha llevado a un llamado a la reforma en la regulación de los cirujanos y a una revisión exhaustiva de los protocolos de atención médica para prevenir que situaciones similares ocurran en el futuro.
Además de las mastectomías innecesarias, Paterson utilizó técnicas quirúrgicas no aprobadas, como la mastectomía incisiva-ahorrativa, que dejaba tejido mamario en lugar de extirparlo completamente. Esta práctica no solo contradecía las pautas nacionales, sino que también ponía en riesgo la vida de sus pacientes, ya que podía permitir que los tumores regresaran o se propagaran. La historia de Marie Pinfield, quien murió tras una serie de complicaciones relacionadas con la cirugía de Paterson, es un trágico recordatorio de las consecuencias de la mala praxis médica.
A medida que la investigación sobre las acciones de Paterson continúa, se han abierto 62 investigaciones sobre las muertes de algunas de sus antiguas pacientes. Este caso ha puesto de manifiesto la necesidad de una mayor vigilancia y responsabilidad en el ámbito médico, así como la importancia de que los pacientes sean escuchados y sus preocupaciones sean tomadas en serio. La confianza en los profesionales de la salud es fundamental, y el escándalo de Ian Paterson ha dejado una herida profunda en esa confianza, que tardará en sanar.