La separación de la actriz Nicole Kidman y el cantante Keith Urban ha captado la atención mediática debido a su larga relación y la considerable fortuna que han acumulado juntos. Tras 19 años de matrimonio, la pareja se enfrenta a un complejo proceso de divorcio que involucra no solo la división de sus bienes, sino también la custodia de sus dos hijas.
Nicole Kidman y Keith Urban se conocieron en 2005 y se casaron un año después en una ceremonia celebrada en Sídney, Australia. Desde entonces, han sido una de las parejas más visibles en el mundo del entretenimiento, compartiendo momentos en la alfombra roja y formando una familia con sus hijas, Sunday Rose y Faith Margaret. Sin embargo, según fuentes cercanas, la pareja ha estado separada desde el verano, y la decisión de divorciarse habría sido tomada por Urban, a pesar de que Kidman no deseaba la ruptura.
Uno de los aspectos más complicados de este divorcio es la considerable fortuna que ambos han acumulado, que se estima en alrededor de 325 millones de dólares. Esta cifra incluye una cartera inmobiliaria valorada en aproximadamente 75 millones de dólares, que abarca propiedades en Estados Unidos y Australia. La complejidad del proceso se agrava por la necesidad de dividir estas propiedades, cada una sujeta a diferentes legislaciones inmobiliarias y fiscales.
Kidman, quien ya era una actriz de renombre antes de conocer a Urban, ha sido considerada la principal fuente de ingresos de la familia. Su patrimonio neto se estima en cerca de 250 millones de dólares, gracias a su exitosa carrera en Hollywood y sus contratos publicitarios. En contraste, Urban, quien ha tenido éxito en la música country, tiene un patrimonio neto de aproximadamente 75 millones de dólares, lo que resalta la diferencia en sus respectivas carreras y contribuciones económicas a la familia.
Ambos firmaron un acuerdo prenupcial antes de casarse, que incluía cláusulas específicas relacionadas con la sobriedad de Urban. Este acuerdo estipulaba que Kidman le pagaría 600,000 dólares por cada año de matrimonio, siempre que él se mantuviera libre de drogas y alcohol. Con 19 años de matrimonio, esta cifra ha crecido a 11.4 millones de dólares. Además, las leyes de California, donde firmaron el acuerdo, obligan a la pareja a compartir la custodia de sus hijas, aunque Urban no podrá sacar a las niñas del país donde reside Kidman.
La cartera inmobiliaria de la pareja incluye varias propiedades de lujo. Entre ellas se encuentra su residencia principal en Nashville, conocida como la «Reina de Northumberland», que cuenta con 20 habitaciones y fue adquirida por 3.47 millones de dólares en 2008, actualmente valorada en 9 millones. También poseen una mansión en Beverly Hills, comprada por 4.8 millones de dólares, que ha visto un aumento similar en su valor.
En Australia, la pareja ha invertido en propiedades que suman un valor significativo, incluyendo seis apartamentos en un rascacielos en Milsons Point, Sydney, valorados en 27.5 millones de dólares. Además, poseen una finca histórica en Nueva Gales del Sur, que ha duplicado su valor desde su compra. En Manhattan, adquirieron un lujoso dúplex en Chelsea por 13.5 millones de dólares, lo que añade más complejidad al proceso de división de bienes.
A medida que avanza el proceso de divorcio, se anticipa que la división de estos activos será un tema candente, dado que muchas de las propiedades están registradas a nombre de diferentes sociedades. Esto requerirá negociaciones cuidadosas y podría prolongar el proceso legal. La situación se complica aún más por la necesidad de llegar a un acuerdo sobre la custodia de sus hijas, lo que añade una capa emocional a un ya complicado proceso legal.
El divorcio de Kidman y Urban no solo es un tema de interés por su estatus de celebridades, sino que también plantea cuestiones sobre la gestión de la riqueza y la complejidad de las relaciones en el mundo del entretenimiento. A medida que se desarrollan los acontecimientos, el público seguirá de cerca cómo se resuelve esta separación y qué implicaciones tendrá para ambos en el futuro.