En un giro inesperado, Citi ha decidido cerrar su oficina en Málaga, un proyecto que fue inaugurado con la intención de atraer y retener talento en el sector de la banca de inversión. Esta decisión ha dejado a muchos empleados en una situación incierta, ya que la mayoría de ellos han sido trasladados a Londres, mientras que otros han sido despedidos. La oficina de Málaga fue concebida en 2022 como un ‘hub’ de banca de inversión, prometiendo un ambiente laboral más flexible y atractivo en comparación con las exigencias tradicionales de Wall Street.
La apertura de esta oficina se realizó en un contexto donde los banqueros junior se quejaban del agotamiento y las largas horas de trabajo. Citi, en un intento por mejorar la conciliación laboral, ofreció jornadas de ocho horas y fines de semana libres, lo que atrajo a 27 analistas que buscaban un equilibrio entre su vida personal y profesional. Sin embargo, la realidad fue muy diferente a lo prometido. Muchos de los empleados se encontraron trabajando largas jornadas con la esperanza de ser trasladados a Londres o París, lo que contradijo la flexibilidad que se había vendido como uno de los principales atractivos del trabajo en Málaga.
Los analistas junior, que habían sido contratados con la promesa de un ambiente laboral más humano, pronto se dieron cuenta de que las expectativas no se cumplían. A pesar de que se les ofrecía la posibilidad de trabajar en un entorno más relajado, la presión por destacar y obtener un puesto en las oficinas centrales en Londres llevó a muchos a trabajar más horas de las que inicialmente se habían comprometido. Un ex empleado comentó que «la flexibilidad que se vendió no se respetaba» y que para tener éxito, era necesario alinearse con los horarios de sus colegas en Londres, lo que significaba sacrificar su tiempo personal.
El proyecto fue impulsado por un grupo de ejecutivos de Citi que buscaban una solución innovadora para atraer talento en un mercado laboral competitivo. Sin embargo, la falta de supervisión y el cambio en la dirección del banco llevaron a que la oficina de Málaga se convirtiera en un experimento fallido. La salida de uno de los principales responsables del proyecto dejó a la oficina sin liderazgo, lo que contribuyó a la desmotivación y frustración entre los empleados.
A pesar de que algunos analistas lograron ser trasladados a otras ubicaciones, muchos se sintieron decepcionados por la falta de oportunidades reales de crecimiento. La promesa de un puesto en Londres se convirtió en una carga, ya que los empleados se sintieron obligados a trabajar más para ser considerados para un traslado. La cultura laboral en Málaga, que inicialmente parecía prometedora, se vio empañada por la presión y la falta de apoyo por parte de la dirección.
Citi ha justificado el cierre de la oficina como parte de una estrategia más amplia para simplificar su estructura operativa. Sin embargo, los empleados que vivieron la experiencia en Málaga sienten que el proyecto fue víctima de una falta de compromiso real por parte de la alta dirección. La oficina, que había sido vista como una solución innovadora para los problemas de retención de talento, terminó siendo un recordatorio de las dificultades que enfrenta la banca de inversión para adaptarse a las nuevas expectativas de los trabajadores.
La historia de Citi en Málaga es un reflejo de los desafíos que enfrenta la industria financiera en la actualidad. A medida que los empleados buscan un mejor equilibrio entre su vida laboral y personal, las instituciones financieras deben encontrar formas efectivas de atraer y retener talento sin sacrificar la cultura laboral. La experiencia de los analistas junior en Málaga destaca la necesidad de un cambio real en la forma en que se gestionan las expectativas y se promueven las oportunidades de crecimiento dentro de la banca de inversión. La promesa de un entorno laboral más humano puede ser atractiva, pero sin un compromiso genuino por parte de la dirección, puede convertirse en un simple espejismo.