El Banco de Japón (BoJ) ha realizado un recorte significativo en sus previsiones de crecimiento del producto interior bruto (PIB) para el año fiscal 2025, reduciendo su estimación del 1,1% al 0,5%. Esta revisión se debe principalmente a los efectos adversos de la guerra comercial, que ha generado incertidumbre en la economía global. Además, el BoJ ha ajustado su previsión de crecimiento para 2026, bajándola de un 1% a un 0,7%.
El informe trimestral de perspectivas económicas, que abarca el ejercicio fiscal que comenzó en abril y finalizará en marzo de 2026, refleja la preocupación del banco central japonés ante la situación económica actual. Durante la reunión de su junta de política monetaria, se decidió mantener los tipos de interés de referencia a corto plazo en el 0,5% y se aprobaron medidas adicionales en su estrategia de estímulos.
El BoJ también ha elevado su pronóstico de inflación para 2025, proyectando un aumento del 2,3%, lo que representa un incremento de 0,2 puntos respecto a su previsión anterior. Este aumento se sitúa por encima del objetivo interanual del 2% establecido por la entidad. La inflación se mide a través del índice de precios de consumo, excluyendo energía y alimentos frescos, que es el indicador que utiliza el BoJ.
La revisión de las previsiones económicas se produce en un contexto de «riesgos» que enfrenta la economía japonesa, exacerbados por las políticas arancelarias de Estados Unidos y otros países. El informe destaca las «debilidades» en la economía nipona, que se manifiestan en exportaciones y producción industrial estancadas, con un riesgo de retroceso.
El banco central anticipa que el crecimiento económico se moderará debido a una desaceleración en las economías extranjeras y a una caída en los beneficios corporativos, resultado de las políticas comerciales impuestas por Estados Unidos y las represalias de otros países. El BoJ advierte que la implementación de aranceles amplios afectará la actividad comercial global, lo que a su vez impactará la confianza de empresas y hogares en todo el mundo, así como los mercados financieros.
En un contexto más amplio, Estados Unidos y Japón están programados para iniciar una segunda ronda de negociaciones comerciales, tras la imposición de aranceles por parte de la administración de Donald Trump. Estos aranceles incluyen una tasa general del 24% sobre todas las exportaciones japonesas, que ha sido congelada durante las conversaciones, así como un incremento del 25% sobre productos como acero y aluminio, que son cruciales para la economía japonesa.
La situación económica en Japón es un reflejo de las tensiones comerciales globales, donde las decisiones políticas en un país pueden tener repercusiones significativas en otros. La incertidumbre generada por las políticas arancelarias no solo afecta a Japón, sino que también tiene el potencial de desestabilizar mercados y economías en todo el mundo.
El BoJ, al ajustar sus previsiones, está respondiendo a un entorno económico que se ha vuelto más complejo y desafiante. La combinación de un crecimiento más lento y una inflación en aumento plantea un dilema para el banco central, que debe equilibrar la necesidad de estimular la economía con la presión de mantener la estabilidad de precios.
A medida que las negociaciones comerciales continúan, el futuro de la economía japonesa dependerá en gran medida de la evolución de estas conversaciones y de cómo se desarrollen las relaciones comerciales entre Japón, Estados Unidos y otros socios comerciales clave. La capacidad del BoJ para navegar en este entorno incierto será crucial para la salud económica del país en los próximos años.