La Comisión Europea ha emitido una advertencia sobre la situación fiscal de España, destacando que el gasto en pensiones podría absorber una proporción cada vez mayor de los ingresos fiscales del Estado. Según el informe, se estima que hasta el año 2050, España deberá destinar un promedio del 41% de sus ingresos fiscales al pago de pensiones públicas. Esta situación se agrava por el alto nivel de endeudamiento del país, lo que lo coloca en una posición delicada en comparación con otros Estados miembros de la Unión Europea.
El comisario de Clima y Crecimiento Limpio, Wopke Hoekstra, ha señalado que el gasto en pensiones públicas presionará las finanzas de algunos países, siendo España uno de los más afectados. La estructura fiscal del país, que depende en gran medida de los impuestos sobre el trabajo, contribuye a esta problemática. Actualmente, España recauda un 51,7% de sus ingresos fiscales a través de gravámenes relacionados con el trabajo, mientras que los impuestos sobre el consumo representan menos del 25%.
El envejecimiento de la población es otro factor crítico que impacta tanto el gasto en pensiones como la recaudación fiscal. Se prevé que el gasto en pensiones alcance su punto máximo entre 2046 y 2051, coincidiendo con una disminución en la población activa. Esto podría resultar en una reducción significativa de los ingresos fiscales, a menos que la inmigración compense esta tendencia. La Comisión ha advertido que si la inmigración disminuye, las economías de países como España y Alemania necesitarán crecer un punto porcentual más cada año entre 2030 y 2070 para estabilizar la relación de deuda pública.
Ante este panorama, la Comisión Europea ha instado a España a llevar a cabo una reforma fiscal que aumente el peso de los impuestos sobre el consumo en su estructura tributaria. Esta recomendación se ha reiterado en múltiples ocasiones, sugiriendo que el país debería revisar y simplificar su sistema tributario. La idea es transferir parte de la carga fiscal del trabajo a impuestos ambientales, de consumo y sobre bienes inmuebles, lo que podría apoyar el crecimiento económico y la cohesión social.
En términos de recaudación, España se encuentra entre los países con menor aportación de ingresos por impuestos sobre el consumo, con solo un 9% en la última década. Esta cifra es alarmante, especialmente si se compara con otros países europeos. La brecha en la recaudación del IVA es notable, ya que España es el país con la mayor diferencia entre lo que debería recaudar por este impuesto y lo que realmente recibe, con una diferencia del 57%. La eliminación de los tipos reducidos podría reducir esta brecha en un 27%, aunque esta medida es considerada impopular.
La Comisión ha enfatizado la urgencia de abordar la reforma tributaria antes de que se alcance el pico de gasto en pensiones. Si se posponen estas reformas, los Estados miembros que enfrentan esta situación tendrán que lidiar con ajustes complicados en el futuro. Los aumentos en el gasto en pensiones también limitarán el margen de gasto en otras áreas críticas, como la atención sanitaria, la educación y la investigación y desarrollo.
En resumen, la situación fiscal de España es compleja y requiere atención inmediata. La dependencia del país de los impuestos sobre el trabajo y el envejecimiento de la población son factores que amenazan la sostenibilidad de las finanzas públicas. La reforma fiscal es esencial para garantizar que España pueda enfrentar los desafíos futuros relacionados con el gasto en pensiones y mantener un equilibrio en sus finanzas públicas.