La figura de Brigitte Macron ha estado en el centro de la atención mediática desde que su esposo, Emmanuel Macron, asumió la presidencia de Francia en 2017. La diferencia de edad entre ambos, 24 años, ha sido un tema recurrente en las revistas del corazón y en las redes sociales, eclipsando en ocasiones su influencia política. Recientemente, un incidente en Vietnam, donde Brigitte fue captada en un momento de tensión con el presidente, ha reavivado el interés por su figura.
El incidente ocurrió poco después de que el avión presidencial aterrizara en Hanoi. Una cámara indiscreta captó un momento de contacto físico entre la pareja, que fue interpretado por algunos como un bofetón. La reacción del Elíseo, que intentó desmentir el hecho alegando que las imágenes eran manipuladas, solo sirvió para aumentar la controversia. Emmanuel Macron minimizó el suceso, describiéndolo como una broma entre cónyuges, pero el daño a la imagen de ambos ya estaba hecho.
Desde su llegada al Elíseo, Brigitte ha sido una figura polarizadora. Su rol ha sido más que el de una primera dama tradicional; ha estado presente en la vida política de su esposo desde sus inicios. Jean-Bernard Gaillot-Renucci, exconsejero político de Macron, destaca que su influencia es innegable, incluso en decisiones clave como la designación de Gabriel Attal como primer ministro. Sin embargo, esta cercanía también ha generado tensiones, especialmente con figuras cercanas a Macron que han sido percibidas como sus protegidos.
La relación entre Brigitte y Emmanuel Macron comenzó cuando él era un adolescente de 15 años y ella su profesora de teatro. Este romance, que terminó con el matrimonio de Brigitte con su primer esposo, ha sido objeto de escrutinio y controversia. A pesar de que al principio fue vista como una historia de amor inspiradora, la diferencia de edad ha suscitado críticas y especulaciones sobre la dinámica de su relación.
A medida que la popularidad de Emmanuel Macron ha fluctuado, también lo ha hecho la percepción pública de Brigitte. En 2017, era considerada una de las figuras más influyentes en Francia, pero en encuestas recientes, solo el 28% de los ciudadanos expresaron simpatía por ella. Esta caída en popularidad se ha visto agravada por rumores infundados sobre su identidad de género, que han circulado en ciertos círculos y han sido alimentados por figuras de la extrema derecha.
A pesar de estos desafíos, Brigitte ha mantenido un papel activo en la política francesa. Aunque oficialmente su función se limita a tareas de representación y actividades caritativas, ha abordado temas controvertidos como la reforma de las pensiones y el uso del lenguaje inclusivo. Su postura más conservadora ha influido en la dirección política de Macron, quien ha sido criticado por un giro hacia la derecha en su segundo mandato.
La estructura política de Francia, donde el cargo de primera dama carece de un estatus formal, ha permitido a Brigitte ejercer una influencia considerable sin las restricciones que podrían existir en otros países. Marc Endeweld, periodista y autor, sostiene que Brigitte ha sido la primera dama más influyente en la historia de la Quinta República, un hecho que ha generado tanto admiración como críticas.
En este contexto, la relación entre Brigitte y Emmanuel Macron se ha convertido en un tema de debate. Mientras algunos la ven como una compañera leal y una influencia positiva, otros la critican por su papel en la política y la percepción de que su relación se basa en una dinámica de poder desigual. A medida que la presidencia de Macron enfrenta desafíos, la figura de Brigitte seguirá siendo un punto focal de interés y controversia en la política francesa.