Las conversaciones entre Estados Unidos y China en Ginebra han marcado un punto de inflexión en la relación comercial entre ambas potencias. Scott Bessent, secretario del Tesoro estadounidense, se reunió con He Lifeng, viceprimer ministro y principal funcionario económico chino, en un intento por desescalar la guerra comercial que ha afectado a ambos países. Este encuentro, que se desarrolla en un contexto de creciente tensión, busca establecer un camino hacia un acuerdo más constructivo y amistoso.
La reunión, que comenzó el sábado y se extendió hasta el domingo, ha sido descrita por el presidente Donald Trump como un momento de «gran progreso». Aunque los detalles específicos de los acuerdos alcanzados aún no se han hecho públicos, Trump ha enfatizado la importancia de abrir el mercado chino a las empresas estadounidenses. Este enfoque refleja una estrategia más amplia de la administración estadounidense para utilizar la presión arancelaria como herramienta de negociación.
Ginebra, elegida como sede de estas conversaciones, se presenta como un terreno neutral, lo que permite a ambas partes discutir sin las tensiones inherentes a sus respectivos territorios. La delegación estadounidense llegó a la reunión con la esperanza de sentar las bases para una negociación más amplia, después de que la guerra comercial se intensificara en abril con la imposición de aranceles significativos por parte de EE.UU. a productos chinos.
A pesar de que la primera jornada de negociaciones concluyó sin un acuerdo formal, las partes involucradas han expresado que se han logrado avances importantes. La agencia de noticias china Xinhua destacó que el contacto establecido en Suiza es un paso crucial para resolver las diferencias comerciales. Sin embargo, los analistas son cautelosos y sugieren que, aunque podría haber logros parciales, es probable que el objetivo principal sea establecer un calendario más claro para futuras negociaciones.
La agenda de la reunión no solo se centra en cuestiones económicas, sino que también incluye la crisis del fentanilo, un tema que ha cobrado relevancia en la política estadounidense. Trump ha manifestado su interés en abordar este problema, que ha llevado a un aumento en las muertes por sobredosis en EE.UU. Se ha informado que la Casa Blanca ha presentado a China una lista de sugerencias para combatir el tráfico ilegal de sustancias químicas utilizadas en la producción de fentanilo. Este enfoque podría ser un factor que influya en la disposición de EE.UU. para reducir los aranceles si se observan compromisos por parte de China.
Desde el inicio de la guerra comercial, las tensiones han escalado, con ambos países intercambiando amenazas de aumentar los aranceles. Las tarifas impuestas por EE.UU. han llevado a una disminución del 20% en las exportaciones chinas hacia el país, lo que ha tenido un impacto significativo en la economía de ambos lados. Según estimaciones, el PIB estadounidense ha caído un 1,4% debido a esta guerra comercial, mientras que el PIB chino ha retrocedido un 2%. Las repercusiones en el mercado global y en las cadenas de suministro son aún difíciles de cuantificar, pero se anticipa que podrían ser severas.
El contexto de estas negociaciones es crucial, ya que EE.UU. ha cerrado recientemente un acuerdo comercial con el Reino Unido que implica una reducción de aranceles en varios sectores. Este acuerdo podría influir en la postura de EE.UU. en las negociaciones con China, ya que Trump ha mostrado cierta flexibilidad al sugerir que podría considerar una reducción de aranceles de hasta el 80% en productos chinos. Sin embargo, esta propuesta sigue siendo simbólica, ya que los aranceles aún representarían una carga significativa para las exportaciones chinas.
Por su parte, el gobierno chino ha declarado su intención de resistir las presiones de EE.UU. y ha afirmado que luchará hasta el final contra los aranceles impuestos. La situación actual es un reflejo de la complejidad de las relaciones comerciales entre ambas naciones, donde los intereses económicos y políticos se entrelazan de manera intrincada.
A medida que las negociaciones continúan, la comunidad internacional observa de cerca los desarrollos, conscientes de que cualquier avance o retroceso en estas conversaciones podría tener repercusiones significativas en la economía global.