La ex primera dama de Perú, Nadine Heredia, ha llegado a Brasilia amparada por el asilo diplomático concedido por el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Esta decisión se produce tras la condena de 15 años de prisión que recibió junto a su esposo, el expresidente Ollanta Humala, por recibir donaciones ilícitas durante sus campañas electorales. Heredia viajó en un avión de la Fuerza Aérea Brasileña, después de que las autoridades peruanas le otorgaran un salvoconducto, negociado con el Ejecutivo brasileño.
La condena fue dictada por la justicia peruana, que halló culpables a Humala y Heredia de haber recibido contribuciones ilegales de la constructora brasileña Odebrecht y del Gobierno venezolano en dos campañas presidenciales. Ollanta Humala se encuentra actualmente encarcelado en la prisión de Barbadillo, donde también están recluidos otros expresidentes del país, como Alejandro Toledo y Pedro Castillo.
La Fiscalía peruana había acusado a la pareja de lavado de activos, argumentando que ocultaron el hecho de haber recibido tres millones de dólares de Odebrecht para la campaña de 2011, que les permitió acceder a la presidencia. Además, se les acusó de desviar 200.000 dólares enviados por el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez, durante el proceso electoral de 2006.
La llegada de Nadine Heredia a Brasilia se produjo después de que se refugiara en la embajada brasileña en Lima para solicitar asilo. La cancillería peruana confirmó que, tras gestiones con el Gobierno de Lula da Silva, se le otorgó el permiso para viajar a Brasil en compañía de su hijo, Samín, de 15 años. Este hecho ha generado un gran revuelo en la política peruana y ha puesto de manifiesto las tensiones entre los dos países en el contexto de la corrupción y la justicia.
La situación de Humala y Heredia es parte de un panorama más amplio de inestabilidad política en Perú, donde varios expresidentes han enfrentado acusaciones de corrupción. La condena de Humala y su esposa se suma a una serie de casos que han sacudido el país en los últimos años, reflejando un sistema político marcado por la corrupción y la impunidad.
La decisión de Brasil de otorgar asilo a Heredia ha sido recibida con críticas por parte de algunos sectores en Perú, que consideran que se trata de una forma de proteger a quienes han estado involucrados en actos de corrupción. Sin embargo, otros defienden el derecho de Heredia a buscar refugio en otro país, argumentando que se trata de una cuestión de derechos humanos y protección ante un sistema judicial que podría no ser imparcial.
El caso de Nadine Heredia y Ollanta Humala es un recordatorio de los desafíos que enfrenta Perú en su lucha contra la corrupción y la necesidad de fortalecer sus instituciones democráticas. A medida que el país continúa lidiando con las consecuencias de estos escándalos, la atención se centra en cómo se desarrollarán los acontecimientos en el futuro y qué implicaciones tendrá el asilo de Heredia en las relaciones entre Perú y Brasil.