En un mundo donde la sostenibilidad se ha convertido en un tema crucial, un grupo de mujeres ha decidido desafiar las normas del turismo convencional. A través de sus experiencias, demuestran que es posible viajar de manera responsable, sin dejar una huella negativa en el medio ambiente. Estas cinco viajeras han optado por métodos alternativos de transporte, como la bicicleta, el barco y el autoestop, para explorar el mundo de una forma más consciente y conectada con la naturaleza.
### Viajar en Bicicleta: Conexión y Libertad
Sara Qiu es un claro ejemplo de cómo la bicicleta puede ser una herramienta poderosa para el viaje. En abril de 2022, comenzó su travesía en Zaragoza con el objetivo de pedalear hacia Asia. Lo que comenzó como una aventura personal se transformó en un viaje de casi tres años y 16,000 kilómetros, donde cruzó 15 países y se sumergió en diversas culturas. Su experiencia no solo fue física, sino también emocional, ya que la muerte de su abuela durante el viaje le dio un nuevo sentido a su travesía.
«La bicicleta no es solo un medio de transporte; es una excusa para conectar con las personas y el entorno», explica Sara. A lo largo de su viaje, se hospedó en jardines ajenos y casas de desconocidos, donde la hospitalidad se presentó de manera natural. Este tipo de viaje le permitió experimentar cada metro recorrido de una manera más intensa y consciente.
Isabel Vázquez también eligió la bicicleta como su compañera de viaje. Junto a Pablo García, emprendió un recorrido de 15,000 kilómetros por América Latina, conocido como Bici Salvaje. A través de selvas, montañas y desiertos, Isabel no solo documentó su viaje, sino que también se enfrentó a realidades medioambientales, como la deforestación. Para ella, viajar en bicicleta fue una forma de romper con la rutina y redescubrir la vida. «Todo se reduce a lo básico: dónde duermes, qué comes y cómo está el clima. Eso te conecta con la gente de una forma muy diferente», comenta.
### Navegando hacia la Sostenibilidad
Sheila Baldoví decidió dar un giro radical a su forma de viajar al optar por el barcoestop. En 2019, zarpó desde Gran Canaria en un catamarán, sin experiencia previa en navegación. Durante dos años, exploró el Atlántico, el Caribe y el Pacífico, saltando de barco en barco. Esta forma de viajar le permitió vivir de manera sostenible, utilizando energía solar y pescando para alimentarse. Sheila describe su experiencia como una filosofía de vida: «Viajar en barco me cambió por completo. Es lento, sostenible y te obliga a fluir con lo que hay».
Raquel Ferrando, por su parte, se propuso cruzar España sin gastar dinero en transporte ni alojamiento. Durante nueve meses, caminó y hizo autoestop, enfrentándose a sus miedos y descubriendo la bondad de las personas. «Quería demostrarme que podía hacerlo. Que hay más gente buena que mala», dice Raquel. Su viaje no solo fue físico, sino también un proceso de autodescubrimiento, donde cada rincón se convirtió en un hogar.
Guadalupe Muñoz, con una mochila de 15 kilos, emprendió un viaje a pie hacia Montenegro, eligiendo las rutas más montañosas. Su objetivo era reconectar consigo misma a través de la lentitud del caminar. «Caminar tiene un ritmo natural que te obliga a ir más lento, a observar más, tanto fuera como dentro», explica Guadalupe. Su travesía fue un viaje de autoconocimiento, donde enfrentó tanto la belleza de la naturaleza como sus propios miedos.
### Reflexiones sobre el Viaje Sostenible
Las historias de estas mujeres no solo son inspiradoras, sino que también nos invitan a reflexionar sobre nuestras propias formas de viajar. En un momento en que el turismo masivo y la contaminación son temas de preocupación global, estas viajeras demuestran que es posible explorar el mundo de manera responsable y consciente. A través de sus experiencias, nos enseñan que el viaje no se trata solo de llegar a un destino, sino de disfrutar y aprender en el camino.
Viajar de forma sostenible no es solo una tendencia; es una necesidad. A medida que más personas se suman a esta forma de explorar, se abre un nuevo horizonte de posibilidades para el turismo. Las experiencias de Sara, Isabel, Sheila, Raquel y Guadalupe son un testimonio de que, con un poco de creatividad y determinación, podemos cambiar la forma en que nos movemos por el mundo, dejando una huella positiva en nuestro paso.