El rey danés Federico X realizó una visita a Groenlandia el pasado 30 de abril, en un contexto marcado por las tensiones entre Dinamarca y Estados Unidos. La reciente revelación de un supuesto plan de espionaje por parte de Washington ha llevado a Copenhague a convocar a su embajador en Estados Unidos para solicitar explicaciones. La directora de Inteligencia Nacional de EE.UU., Tulsi Gabbard, ha expresado su indignación tras la filtración que expone las operaciones de espionaje en Groenlandia, las cuales están relacionadas con la intención de la administración de Donald Trump de adquirir la isla.
La filtración, publicada por un medio estadounidense, detalla una orden emitida por Gabbard a los jefes de los servicios secretos para intensificar la recolección de información sobre Groenlandia. Esta operación se centra en dos aspectos clave: el movimiento de independencia de la isla y las actitudes de los groenlandeses hacia la extracción de recursos por parte de Estados Unidos. La directiva, conocida como Orden de Groenlandia, también instruye a las agencias a identificar a individuos que podrían apoyar los objetivos de Trump.
La operación de espionaje involucra a varias agencias de inteligencia, incluyendo la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional, y utiliza herramientas avanzadas como satélites de vigilancia y espías en el terreno. Gabbard ha criticado al medio que publicó la información, acusándolo de violar la ley y poner en riesgo la seguridad nacional, sugiriendo que el diario debería avergonzarse por su papel en la filtración.
La respuesta de Dinamarca no se hizo esperar. El ministro de Exteriores danés, Lars Lokke Rasmussen, expresó su preocupación por las revelaciones y subrayó que «no nos espiamos entre amigos». Rasmussen también indicó que esperaba una respuesta más contundente de las autoridades estadounidenses. Un exfuncionario de inteligencia también criticó la decisión de espionaje, argumentando que los recursos para la recolección de inteligencia son limitados y deberían enfocarse en amenazas reales, no en aliados.
Desde su primer mandato, Trump ha manifestado su interés en adquirir Groenlandia, ya sea mediante compra, anexión o incluso el uso de la fuerza. En un discurso en marzo, Trump afirmó que «necesitamos Groenlandia para la seguridad nacional» y que su administración estaba trabajando para lograrlo. Groenlandia, la isla más grande del mundo, es un territorio autónomo de Dinamarca y cuenta con una población de aproximadamente 56,000 habitantes, en su mayoría indígenas Kalaallit.
La isla es de gran interés estratégico para Estados Unidos, no solo por su ubicación en el Ártico, sino también por sus ricos depósitos de recursos naturales, incluyendo minerales de tierras raras, uranio y reservas de gas y petróleo. El calentamiento global ha facilitado el acceso a estos recursos, lo que ha aumentado el interés de diversas potencias, incluyendo China y Rusia.
La historia de la relación entre Estados Unidos y Groenlandia se remonta a más de un siglo, con dos intentos fallidos de compra en el pasado. Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos invadió Groenlandia y estableció bases militares en la isla. A pesar de los intentos de Washington por adquirir el territorio, el 85% de los groenlandeses se opone a la anexión.
El acceso al Ártico se ha vuelto cada vez más relevante en el contexto de la competencia geopolítica actual. La ruta marítima del Ártico podría convertirse en una alternativa más rápida y económica a los canales de Suez y Panamá, lo que ha llevado a un aumento de la militarización en la región. Dinamarca ha mostrado disposición para considerar los intereses legítimos de Estados Unidos, especialmente en un momento en que se observa un aumento de la actividad militar rusa y china en el Ártico.
La situación actual refleja las complejidades de la política internacional y la lucha por el control de recursos estratégicos en un mundo cada vez más interconectado y competitivo.