El cónclave para elegir al nuevo Papa es un evento que atrae la atención de millones de personas en todo el mundo. Este proceso, que combina tradición y fe, se lleva a cabo en la emblemática Capilla Sixtina del Vaticano, un lugar que ha sido testigo de la historia de la Iglesia Católica durante siglos. En este artículo, exploraremos los aspectos más relevantes de este cónclave, desde quiénes tienen derecho a voto hasta el significado de las famosas fumatas que indican el resultado de las votaciones.
**El proceso de votación en el cónclave**
El colegio cardenalicio está compuesto por 252 miembros, pero solo aquellos menores de 80 años pueden participar en la votación. En esta ocasión, 133 cardenales de más de 70 países se reunirán para elegir al nuevo Papa. Este cónclave se considera uno de los más numerosos y diversos en la historia de la Iglesia. Los cardenales se alojan en la residencia de Santa Marta, dentro del Vaticano, donde se preparan para el proceso de votación.
La votación en sí es un proceso solemne y silencioso. En el primer día del cónclave, solo se lleva a cabo una votación. A partir del segundo día, los cardenales votan cuatro veces al día: dos por la mañana y dos por la tarde. Para ser elegido Papa, un candidato necesita obtener el apoyo de dos tercios de los votos, lo que equivale a 89 de los 133 cardenales. Si después de tres días de votaciones no se ha llegado a un consenso, se realiza una pausa de un día para que los cardenales puedan reflexionar y dialogar entre ellos.
Las fumatas, que son el resultado de quemar las papeletas de votación, son un elemento crucial del cónclave. La fumata blanca indica que se ha elegido un nuevo Papa, mientras que la negra señala que no ha habido acuerdo. Se espera que la primera fumata del cónclave surja alrededor de las 18:00 o 19:00 horas del primer día, aunque esto puede variar si se elige un Papa en la primera votación.
**Los candidatos y el futuro de la Iglesia**
A medida que se acerca el cónclave, las especulaciones sobre quién podría ser el próximo Papa se intensifican. Entre los favoritos se encuentra el cardenal italiano Pietro Parolin, quien ha sido mano derecha del Papa Francisco y podría atraer tanto a los que apoyan la continuidad de su legado como a aquellos que prefieren un enfoque más conservador. Otros nombres que suenan son el cardenal filipino Luis Antonio Tagle y el maltés Mario Grech, quienes también tienen un fuerte respaldo dentro del colegio cardenalicio.
En cuanto a los candidatos españoles, destacan Ángel Fernández Artime y Cristóbal López, ambos con experiencia significativa en la Iglesia. Sin embargo, las quinielas apuntan a que ninguno de ellos es el favorito para asumir el papado en esta ocasión.
El cónclave no tiene un tiempo límite establecido, aunque se espera que el proceso no se extienda más de dos o tres días. Los cardenales son conscientes de que un cónclave prolongado podría dar una imagen de división interna, algo que desean evitar. Si después de 34 votaciones no se ha elegido un Papa, se pasará a un sistema en el que solo se considerarán a los dos candidatos con más apoyos, manteniendo la necesidad de obtener dos tercios de los votos.
Si un cardenal es elegido pero decide no aceptar el cargo, puede expresar su negativa en el momento de la proclamación. Si acepta, deberá elegir un nuevo nombre que lo representará como Papa. Una vez elegido, el nuevo Pontífice se retirará a una habitación conocida como «las lágrimas» para orar y prepararse para su nueva responsabilidad. Posteriormente, hará su primera aparición ante los fieles en la Plaza de San Pedro, donde se anunciará su identidad con la famosa frase «Habemus Papam».
El cónclave es, sin duda, un evento cargado de simbolismo y significado, no solo para los católicos, sino también para el mundo entero. La elección del nuevo Papa no solo determinará la dirección futura de la Iglesia Católica, que cuenta con más de 1.400 millones de creyentes, sino que también reflejará las tensiones y esperanzas dentro de la comunidad católica global. Con cada cónclave, el mundo observa atentamente, esperando ver quién será el próximo líder espiritual y qué cambios traerá consigo.