El reciente intento de Friedrich Merz de convertirse en canciller de Alemania ha dejado a los mercados en estado de shock. En una votación inesperada en el Bundestag, Merz no logró obtener los votos necesarios para asumir el cargo, lo que ha generado incertidumbre tanto en la política alemana como en la economía europea.
Merz, líder del partido democristiano CDU, había ganado las elecciones en febrero y se había aliado con los socialdemócratas para formar un gobierno de coalición. Sin embargo, su primera votación para ser elegido canciller resultó ser un revés sin precedentes. Necesitaba 316 votos de los 630 escaños del parlamento, pero solo logró 310, a pesar de que su coalición contaba con 328 escaños. Este resultado ha sido calificado por analistas y académicos como una sorpresa significativa, evidenciando el descontento dentro de su propio partido y la coalición.
La votación mostró que 307 miembros del Bundestag votaron en contra de Merz, mientras que tres se abstuvieron y nueve estaban ausentes. Un voto fue considerado nulo. La falta de apoyo ha llevado a especulaciones sobre la estabilidad de la coalición y la capacidad de Merz para gobernar efectivamente. El politólogo Uwe Jun ha señalado que este fracaso podría debilitar la autoridad de Merz desde el inicio de su mandato.
La situación es crítica, ya que si Merz no logra obtener el respaldo necesario en las próximas rondas de votación, el presidente socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier podría optar por nombrar a otro candidato o incluso convocar nuevas elecciones. Hasta que se resuelva esta situación, Olaf Scholz continuará como canciller en funciones.
El impacto de este revés se ha sentido rápidamente en los mercados. Las acciones europeas cayeron tras la noticia, con el índice DAX de Alemania disminuyendo un 1.7% y el índice más amplio Stoxx 600 cayendo un 0.8%. Holger Schmieding, economista jefe del banco Berenberg, ha advertido que este evento tendrá un efecto negativo significativo en la economía alemana. Aunque Merz aún tiene la posibilidad de ser elegido en futuras votaciones, su incapacidad para asegurar un apoyo sólido desde el principio plantea dudas sobre la cohesión de su coalición y su capacidad para implementar políticas efectivas.
Merz ha enfrentado críticas internas, especialmente de los sectores más conservadores de su partido, debido a su decisión de flexibilizar el límite de déficit y su ambicioso plan de gasto de un billón de euros para modernizar el ejército y la infraestructura del país. Este plan ha sido visto como una medida necesaria para abordar los problemas estructurales que enfrenta Alemania, pero también ha generado resistencia dentro de su propio partido.
La situación se complica aún más con la reciente derrota electoral del partido socialdemócrata, que obtuvo solo el 16% de los votos en las elecciones de febrero. Lars Klingbeil, líder del SPD y vicecanciller, también ha tenido que lidiar con críticas internas, lo que añade presión a la coalición en un momento ya delicado.
La atención ahora se centra en cómo Merz y su coalición manejarán esta crisis. La falta de unidad y el descontento interno podrían obstaculizar su capacidad para implementar reformas necesarias en un momento en que Alemania enfrenta desafíos económicos significativos. La incertidumbre política también podría tener repercusiones más amplias en Europa, donde muchos esperaban que Alemania reafirmara su papel como un pilar de estabilidad y una potencia proeuropea.
Con la mirada de toda Europa puesta en Berlín, el futuro de la política alemana y su impacto en la economía del continente se mantiene en un delicado equilibrio. La próxima votación será crucial no solo para Merz, sino también para la dirección que tomará Alemania en los próximos años.