El pasado viernes, el Teatro de la Maestranza celebró un evento significativo al conmemorar el 34 aniversario de su apertura con la presentación de la ópera ‘Maria Padilla’ de Gaetano Donizetti. Esta obra, que había caído en el olvido durante décadas, fue rescatada y ofrecida en una versión de concierto que dejó una huella imborrable en el público asistente. La velada no solo evocó recuerdos de la inauguración del coliseo, sino que también destacó la riqueza del repertorio operístico que merece ser redescubierto.
La historia de ‘Maria Padilla’ se sitúa en el contexto histórico del Alcázar de Sevilla, donde la protagonista, amante y reina tras su muerte de Pedro I el Cruel, vive una vida llena de intrigas y emociones. Aunque la ópera fue un éxito en su estreno en Milán en 1841, su presencia en los escenarios ha sido escasa, lo que hace que su recuperación sea aún más valiosa. La interpretación de esta obra en el Maestranza, bajo la dirección del joven maestro Sasha Yankevych, fue un testimonio del potencial que tiene esta ópera para cautivar a las audiencias contemporáneas.
### La Dirección Musical y la Orquesta
La dirección musical de Yankevych fue fundamental para el éxito de la representación. A pesar de haber asumido el reto a última hora, logró que la orquesta sonara con una elegancia y voluptuosidad que realzaron las voces de los solistas. La elección de situar a la orquesta en el foso, en lugar de detrás de los cantantes, permitió que las voces brillaran sin ser opacadas por los instrumentos, algo que es crucial en una obra donde la vocalidad es tan rica y variada.
La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, bajo su batuta, ofreció una interpretación que abarcó desde momentos de gran solemnidad hasta pasajes de alegría desenfadada. El Coro del Maestranza, que desempeñó un papel crucial en la obra, demostró su versatilidad y capacidad interpretativa, aportando tanto a la atmósfera dramática como a los momentos de celebración. Su actuación fue un reflejo del trabajo meticuloso que se había realizado en los ensayos, y su contribución fue esencial para el desarrollo de la narrativa musical.
### Un Elenco de Voces Excepcionales
El elenco de cantantes convocados para esta producción fue otro de los puntos fuertes de la noche. La soprano Kristina Mkhitaryan, en el papel de Maria Padilla, deslumbró con su presencia escénica y su voz poderosa. Su habilidad para manejar las complejidades de su personaje, así como su capacidad para transmitir emociones profundas, la convirtieron en el centro de atención de la velada. Desde su primera aria, el público quedó cautivado por su timbre y su técnica.
El barítono Andrey Zhilikhovsky, quien interpretó a Don Pedro, también dejó una impresión duradera. Su voz, rica y resonante, se complementó con una interpretación apasionada que capturó la esencia de su personaje. Momentos como ‘Lieto fa voi ritorno’ fueron particularmente memorables, mostrando su dominio vocal y expresividad.
Silvia Tro Santafé, como Inés, la hermana de Maria, también brilló en su papel, aportando un timbre agradable y una técnica sólida que enriqueció la experiencia general. Su interpretación de ‘Sorridi, oh sposo amato’ fue un punto culminante de la noche, destacando su capacidad para conectar emocionalmente con el público.
Aunque algunos miembros del elenco, como Francesco Demuro, mostraron signos de desgaste, su interpretación aún fue digna de elogio. La diversidad de voces en el escenario, desde la profundidad de David Lagares hasta la expresividad de Óscar Oré, contribuyó a la riqueza del conjunto, haciendo que cada número operístico brillara por derecho propio.
La noche culminó en una celebración de la ópera como forma de arte, recordando a todos los presentes la importancia de rescatar obras que, aunque olvidadas, poseen un valor intrínseco en la historia de la música. La recuperación de ‘Maria Padilla’ no solo fue un homenaje al pasado, sino también una invitación a explorar más a fondo el vasto repertorio de Donizetti y otros compositores que han sido injustamente relegados al olvido. La velada en el Maestranza fue, sin duda, un paso hacia la revitalización de estas obras, y un recordatorio del poder que tiene la música para unir y emocionar.