La llegada de Tilly Norwood, la primera actriz completamente creada por inteligencia artificial (IA), ha generado un intenso debate en la industria del cine. Este personaje digital, que se presenta como una joven británica con características hiperrealistas, ha sido desarrollado por Xicoia, una división de IA de la productora Particle6 Group. Aunque su actuación se limita por ahora a vídeos cortos de menos de 30 segundos, su anuncio en el Festival de Cine de Zúrich como candidata a ser representada por una agencia de talentos ha encendido la polémica entre actores y sindicatos en Hollywood.
La controversia se centra en la oposición del sindicato de actores SAG-AFTRA, que ha emitido un comunicado contundente en el que afirma que «la creatividad debe permanecer centrada en el ser humano». La organización se manifiesta en contra de la sustitución de intérpretes humanos por creaciones sintéticas, argumentando que Tilly Norwood no es una actriz, sino un producto de un programa informático que ha sido entrenado utilizando el trabajo de numerosos actores sin su consentimiento ni compensación. Este hecho ha llevado a la SAG-AFTRA a advertir a los productores sobre las implicaciones legales de utilizar estos «artistas sintéticos» sin cumplir con las obligaciones contractuales de notificación y negociación.
La reacción de la comunidad actoral ha sido igualmente negativa. Actrices como Mara Wilson, conocida por su papel en Matilda, han expresado su descontento, sugiriendo que sería más razonable contratar a una actriz real en lugar de recurrir a un personaje digital que representa una amalgama de otros talentos. Por otro lado, Eline Van der Velden, la creadora de Tilly, ha defendido su proyecto como una forma de arte y no como un reemplazo de los humanos, comparando la IA con herramientas creativas como la animación.
### El Debate Ético y Económico en la Industria del Entretenimiento
El surgimiento de Tilly Norwood plantea preguntas éticas fundamentales sobre el futuro de la actuación y el papel de la IA en la industria del entretenimiento. Todd Bryant, profesor de diseño y medios integrados en la Universidad de Nueva York, señala que el principal desafío es la falta de claridad sobre el origen del entrenamiento de la IA. Sin embargo, también sugiere que si los actores deciden participar en este proceso, la situación podría asemejarse a técnicas como la captura de movimiento, donde los intérpretes son conscientes de que su actuación será transformada en una representación digital.
A medida que la tecnología avanza, ya existen empresas que ofrecen la creación de dobles digitales para actores, un proceso que implica un escaneo de tres horas para generar un avatar que puede ser utilizado en producciones. Esto abre la puerta a nuevas posibilidades creativas, pero también plantea el riesgo de que los actores humanos sean desplazados por sus contrapartes digitales. Ignorar estas innovaciones, advierte Bryant, podría llevar a la industria a un futuro similar al de Kodak, que fracasó al no adaptarse a la fotografía digital.
La IA podría, en teoría, expandir las oportunidades en el sector del entretenimiento, creando nuevos formatos y medios. Sin embargo, el experto subraya que, a pesar de los avances, la tecnología actual tiene limitaciones evidentes. Por ejemplo, los personajes generados por IA aún no son capaces de establecer una química auténtica con actores humanos ni de transmitir emociones de manera convincente. Este fenómeno se relaciona con la hipótesis del «valle inquietante», que sugiere que las réplicas que se asemejan demasiado a los humanos pueden provocar una respuesta de rechazo en los observadores.
### El Futuro de la Actuación y la IA
A medida que la industria del cine navega por estas aguas inciertas, es crucial que los actores y creadores se involucren en el diálogo sobre el uso de la IA en sus profesiones. La creación de personajes digitales como Tilly Norwood puede ser vista como una amenaza, pero también como una oportunidad para explorar nuevas narrativas y formas de expresión artística. La clave estará en encontrar un equilibrio que permita la coexistencia de la creatividad humana y la innovación tecnológica.
El futuro de la actuación podría depender de la capacidad de la industria para adaptarse y evolucionar en respuesta a estos cambios. La IA no debe ser vista únicamente como un competidor, sino como una herramienta que puede enriquecer la narrativa cinematográfica. En este sentido, el desafío será asegurar que la esencia de la actuación humana no se pierda en el proceso, y que los derechos y la creatividad de los actores sean respetados en un mundo cada vez más digitalizado. La historia de Tilly Norwood es solo el comienzo de un debate que seguramente continuará en los años venideros, mientras la tecnología avanza y redefine lo que significa ser un actor en el siglo XXI.
