En un giro inesperado de los acontecimientos, Donald Trump ha decidido llevar su cruzada contra lo que él denomina «cultura woke» a un nuevo ámbito: los museos de Estados Unidos. Tras haber implementado cambios significativos en las universidades, el presidente ha ordenado a su administración que revise las políticas de las instituciones culturales, buscando replicar el mismo proceso de purga ideológica que ha llevado a cabo en el ámbito académico. Esta decisión ha generado un amplio debate sobre la libertad de expresión y la representación histórica en los espacios culturales del país.
La controversia comenzó cuando Trump expresó su descontento con la forma en que el Museo Smithsonian de Washington presenta la esclavitud, describiéndola como una narrativa que pinta a Estados Unidos de manera negativa. En un mensaje publicado en su plataforma Truth Social, el presidente afirmó que el museo está «fuera de control» y que es necesario reescribir la historia para resaltar los logros y éxitos del país, en lugar de enfocarse en sus aspectos más oscuros. Esta postura ha sido interpretada como un intento de blanquear la historia estadounidense, eliminando las narrativas que abordan la esclavitud y el racismo.
### La Orden Ejecutiva y sus Implicaciones
La Orden Ejecutiva 14253, firmada por Trump en marzo de 2025, exige a todas las agencias federales que promuevan una visión «positiva y patriótica» de la historia de Estados Unidos. Esta directiva no solo afecta a los museos, sino que también se extiende a programas educativos y culturales, prohibiendo cualquier contenido que, a juicio del gobierno, divida a los estadounidenses por motivos raciales, ideológicos o históricos. La orden ha suscitado preocupaciones entre historiadores y académicos, quienes advierten que este enfoque podría resultar en una censura de la historia y en la eliminación de voces críticas que han contribuido a una comprensión más completa de la identidad estadounidense.
El Smithsonian, que gestiona 21 museos y nueve centros de investigación, ya ha comenzado a sentir las repercusiones de esta nueva política. Recientemente, el museo eliminó las referencias a los dos juicios políticos a los que se enfrentó Trump, alegando que se trataba de una «etiqueta temporal» y que se planeaba una actualización más amplia en el futuro. Sin embargo, muchos críticos ven esta acción como una respuesta a las presiones políticas ejercidas por la administración actual, lo que plantea preguntas sobre la autonomía de las instituciones culturales en un clima político cada vez más polarizado.
### Reacciones de la Comunidad Cultural
La comunidad artística y cultural ha reaccionado con preocupación ante estas medidas. Una carta abierta firmada por ex empleados del Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana alertaba sobre una «ofensiva ideológica» que busca silenciar la complejidad de la historia estadounidense. Las presiones para alterar exposiciones relacionadas con la esclavitud, el movimiento por los derechos civiles y la brutalidad policial han sido temas recurrentes en las discusiones sobre el futuro de las instituciones culturales bajo la administración Trump.
Además, la Galería Nacional de Arte ha modificado su misión, eliminando referencias a la diversidad y la inclusión, lo que ha llevado a la cancelación de exposiciones y a la renuncia de artistas que se sienten presionados por la nueva dirección política. La artista Amy Sherald, por ejemplo, canceló una exposición individual después de que se le pidiera reconsiderar una obra que representaba a la Estatua de la Libertad como una figura transgénero, argumentando que no podía participar en una narrativa controlada desde arriba.
La situación ha llevado a un debate más amplio sobre el papel de los museos en la sociedad contemporánea. Historiadores y críticos argumentan que los museos deben ser espacios donde se puedan explorar y discutir las complejidades de la historia, incluso aquellas que son incómodas o dolorosas. La idea de que las instituciones culturales deben presentar una visión unidimensional y positiva de la historia es vista como una amenaza a la integridad académica y a la misión de los museos como guardianes de la memoria colectiva.
### La Batalla por la Narrativa Histórica
La lucha por la narrativa histórica en los museos refleja una batalla más amplia en la sociedad estadounidense sobre la identidad y el legado del país. La administración Trump ha adoptado un enfoque que busca reescribir la historia para alinearse con una visión más nacionalista y patriótica, lo que ha llevado a un aumento de la polarización en torno a temas como la esclavitud, el racismo y los derechos civiles. Esta estrategia ha sido criticada por muchos como un intento de borrar las experiencias de aquellos que han sido históricamente marginados y silenciados.
El Smithsonian, al igual que otras instituciones culturales, se encuentra en una encrucijada. Por un lado, debe cumplir con las directrices del gobierno, pero por otro, tiene la responsabilidad de ser un espacio de reflexión y diálogo sobre la historia de Estados Unidos. La presión para eliminar o modificar exposiciones que abordan temas difíciles podría tener un impacto duradero en la forma en que las futuras generaciones entienden su historia.
A medida que la administración Trump continúa su cruzada contra lo que considera una ideología destructiva, el futuro de los museos y otras instituciones culturales en Estados Unidos se vuelve cada vez más incierto. La lucha por la narrativa histórica es una batalla que no solo afecta a los museos, sino que también tiene implicaciones profundas para la sociedad en su conjunto. La forma en que se elija contar la historia de Estados Unidos en los próximos años podría definir la identidad del país y su comprensión de sí mismo en el contexto global.